En la Argentina de hoy, la gente no vive: sobrevive. Aprisionada por la recesión, con salarios que se evaporan antes de llegar a fin de mes y un futuro económico incierto en lo laboral. Muchos sienten la soga al cuello, una mezcla de angustia, impotencia y resignación. Sin embargo, cuando se les pregunta por la marcha del gobierno, sorprende la respuesta: reconocen, en su mayoría, que el camino de las reformas fue el correcto. Menos... + Leer noticia completa
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