Hace unos días, la imagen de Arturo Murillo cruzando la sala de espera del aeropuerto de El Alto trajo a la memoria recuerdos pesados. Su barba canosa y su rostro cansado, aunque sin culpa, evocaban el retorno de Luis Arce Gómez en 2010: también con el semblante agotado, la barba crecida y la misma ausencia de arrepentimiento. Cuando el gobierno de Añez terminó y supimos que Murillo había sido arrestado en Estados Unidos, cambiando playas,... + Leer noticia completa
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