Carlos Decker-Molina En los pasillos luminosos del Kungliga Tekniska Högskolan de Estocolmo, un ingeniero explica con precisión matemática lo que puede significar una guerra nuclear o el fin del mundo. “El uranio natural contiene 0,72% de uranio 235. Para generar energía basta con enriquecerlo al 3,67%. Pero para construir una bomba, hay que llevarlo al 90%”. Lo dice sin énfasis, casi como si hablara de una receta de laboratorio. Y, sin... + Leer noticia completa
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