Waldo Albarracín Cuando en 1934 Enrique Santos Discépolo compuso el tanto Cambalache para que formase parte de la banda sonora de la película El Alma del Bandoneón, no se imaginó que su obra se convertiría en una especie de protesta contra los mecanismos de corrupción promovidos o solapados desde las instancias de poder en todo el continente americano, tampoco que la obra de marras, 91 años después, se viera fielmente retratada en la... + Leer noticia completa
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