Sin gente ni luces, con los animales en sus escaparates de madera y cristal a oscuras, reflejados apenas por el sol aguado que filtran los ventanales, la Sala XIV del Museo de Ciencias Naturales de La Plata es un sosiego de penumbras y de tiempo en pausa. Recién al encenderse las lámparas del techo aparecen los detalles de la fauna y su encierro inmóvil. Hay pumas, guanacos, una pareja de ciervos de los pantanos, tapires y lobos marinos. Hay... + Leer noticia completa
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