Una persona fue un día por sus tamales al lugar donde los compraba regularmente, pero ese día tuvo un impulso interno de hacer algo que jamás había hecho. Le dijo a la señora que hacía los tamales: “Señora, Gracias por estos tamales tan ricos. Que Dios bendiga sus manos. Nunca en mi vida probé tamales más exquisitos que los que usted hace con tanto amor. ¡Muchas gracias!”. Una inmensa sonrisa se dibujó en el rostro de la señora,... + Leer noticia completa
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