Tan desconcertante como conmovedora fue la gala –hace cuarenta años- en la que Gabriel García Márquez recibía el Premio Nobel de Literatura ataviado con una guayabera blanca (confeccionada en Yucatán por el mismo sastre que, se cree, había elaborado una similar para Fidel Castro). Se supo entonces que el escritor no intentaba ahorrarse el alquiler de un frac de diseñador, ni pretendía provocar a los miembros de la Academia Sueca. Se... + Leer noticia completa
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