Este tipo de piel se caracteriza por una producción excesiva de sebo, lo que le da un aspecto brillante y untuoso. Los poros suelen estar dilatados y la piel puede sentirse gruesa y áspera. Es más propensa a la aparición de imperfecciones como puntos negros, espinillas y acné.
Factores como la genética, hormonas, clima, dieta, cuidado personal, toma de medicamentos o el estrés, son fundamentales para que una persona padezca de piel grasa.

¿Cómo saber si tu piel es grasa?
Esta piel se caracteriza por un exceso de sebo, lo que la hace propensa a brillo, poros dilatados y acné.
- Brillo constante: tu rostro luce brillante, especialmente en la zona T (frente, nariz y barbilla).
- Poros visibles: son grandes y notorios.
- Acné y puntos negros: propenso a brotes y comedones.
- Textura gruesa: la piel se siente gruesa y untuosa al tacto.
- Maquillaje de corta duración: el maquillaje se desvanece rápidamente.
Hidratación correcta de este tipo de piel
Los dermatólogos recomiendan hidratar la piel con exceso de sebo de la siguiente manera:
Productos ligeros: opta por fórmulas en gel, fluidas o lociones sin aceite, que hidraten sin obstruir los poros.
Ingredientes clave: busca ácido hialurónico, glicerina y ceramidas, que retienen la humedad sin añadir grasa. La niacinamida también es beneficiosa para regular el sebo.
Evitar comedogénicos: los aceites minerales y la manteca de karité pueden empeorar la grasa. Asegúrate que todos los productos utilizados en la piel sean no comedogenicos.
Rutina constante: hidrata mañana y noche, después de limpiar la piel con un limpiador suave.
Protección solar: debe ser ligero y oil-free, esencial para prevenir daños y regular la producción excesiva de sebo.
No exceder la limpieza: lavar en exceso puede resecar la piel y estimular la producción de más grasa.
Beber mucha agua: la hidratación interna es tan importante como la externa.
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