Hemos tocado fondo
El anuncio del ministro de Hidrocarburos y Energías acerca de que el Gobierno no podrá cubrir la demanda interna de gasolina y diésel regularmente, por falta de divisas, pone de manifiesto con rigor lo que hemos venido señalando y advirtiendo desde hace mucho tiempo.
Este anuncio, más las 10 medidas adoptadas por el Gobierno para “paliar la crisis”, nos gritan el estado de desastre de la economía boliviana, afectada por el cáncer populista. El régimen masista no solo destrozó las instituciones, sino también, y de manera muy cruel, la economía.
La salud de nuestra economía, y del modelo, están en “estado terminal”. El presidente, al anunciar las 10 medidas, negando la crisis, más bien confesó flagrantemente que hemos tocado fondo.
El Gobierno no tiene divisas para honrar las cuotas y pagos del servicio de la deuda externa. Requiere cerca de 1.700 millones de dólares al año, con vencimientos fatales. Cualquier incumplimiento, lo colocaría sistemáticamente en default (supensión del pago de deudas). Asimismo, requiere alrededor de 4.000 millones de dólares anuales para importar combustibles, es decir 11 millones por día.
Pues bien, como ya no tiene divisas para cumplir regularmente con los pagos del servicio de la deuda externa, ha decidido recortar el 50% de la importación de combustibles. En la disyuntiva de dejar de pagar o continuar importando combustibles, el Gobierno priorizó los pagos de la deuda. Entonces, ya no hay dólares para la importación de combustibles.
En los próximos días, la escasez y la especulación serán de terror, al extremo de consolidarse un mercado negro. La gasolina y el diésel, se constituirán en bienes preciados. Su distribución generará violencia y conflictos.
En el fondo, las 10 medidas nos anuncian ese terrible escenario. El horario continuo obligatorio, las clases virtuales y la reducción, en un 50%, del uso del parque automotor en el sector público nos anticipan la magnitud de la escasez.
Las medidas adoptadas, para atravesar “el bache”, son, al final, un tácito reconocimiento de que hemos tocado fondo.
No hay plata, ni siquiera para garantizar el regular funcionamiento de los órganos de poder. El Órgano Judicial, por ejemplo, se declaró en estado de “emergencia presupuestaria”, no cuenta con los recursos mínimos para su funcionamiento. El presidente del Tribunal Supremo de Justicia, alertó de un colapso de los tribunales departamentales por los recortes de personal.
La pérdida temporal del derecho al voto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por no pagar las cuotas cuyo monto adeudado es de unos 770 mil dólares, es otra señal en el mismo sentido
Como se puede apreciar la economía y el modelo están en fase terminal, de modo que las posibles salidas y el equilibrio, demandan cambios estructurales.
Ya en el ocaso, el Gobierno de Arce no cuenta con la fuerza política necesaria para estos radicales ajustes. La responsabilidad la transfiriere al próximo Gobierno. Por ello las afirmaciones de Evo Morales, el principal responsable del desastre, de que, “en este momento da miedo ser candidato”. “¿Que vamos a nacionalizar para tener plata?”.
Ahora, en vez de preguntar eso, debería cuestionarse, qué hicieron con el excedente de la extraordinaria bonanza económica que le tocó administrar, junto con su ministro de Economía, hoy presidente.
Lo cierto es que se dilapidaron miles de millones de dólares. Se hizo una orgía con el excedente. El despilfarro está ahí, no solo en elefantes blancos, sino en “mamuts blancos”. Dada su megalomanía, en los 14 años de su gobierno, Morales gastó miles de millones de bolivianos en construir su imagen de mito y de dios.
El modelo populista y el Estado hipertrofiado acabaron, primero, con las reservas internacionales netas (RIN). Luego, para seguir dilapidando, vendieron el “oro de la abuelita”. Después, para continuar gastando, sin ningún ajuste con relación a la drástica reducción de los ingresos por gas, acudieron al expediente de la deuda. El total de la deuda, interna y externa, acumulada del régimen masista alcanza al 85% del producto interno bruto (PIB), es decir, cerca de 36.000 millones de dólares. Si dividimos esa cifra entre el número de habitantes de Bolivia resulta que cada boliviano debe hoy un poco más de 3.000 dólares.
Ya en la fase terminal, fiel al estilo populista, todo parece indicar que están imprimiendo papel moneda sin ningún respaldo. Los países que han incurrido en esta práctica, han terminado destrozando su economía, con incontrolables procesos inflacionarios, que luego derivaron en hiperinflación.
En la inflación, los pobres se vuelven más pobres. En la hiperinflación, millones de pobres son condenados a la miseria absoluta. ¿Se dan cuenta lo que están haciendo?
Los masistas llegaron al poder para repartirse el aparato estatal entre sus líderes políticos y dirigentes sindicales. Cuando ya no hay qué repartir, hacen crecer al Estado. Eso han hecho durante estos 20 años. Se emborracharon con el poder y la plata olvidándose de la exploración, reinversión y utilización del excedente en la diversificación de la matriz productiva. La cleptocrática elite azul, dilapido la oportunidad histórica.
Cuando se toca fondo, las cosas se ven con mayor claridad. Ellos son responsables del infierno que nos espera sin dólares, gasolina, inflación, escasez, filas e interminables conflictos.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.