En 2024 perdió la sigla, en 2025 perderá sus bases cocaleras
Desde el 21 de febrero de 2016 (21F), continúa la debacle política de Evo Morales, y su caída en picada. En 2024 le arrebataron la sigla y en 2025, ante la sublevación de Andrónico Rodríguez, lo más probable es que pierda también a sus bases cocaleras. La rebelión, entonces, no solo será de Andrónico, cuya candidatura se perfila como un tsunami, también será de sus bases.
Vaya sorpresa de este año. En los escenarios proyectados no estaba este desenlace. Es decir, la “traición” de Andrónico y la rebelión de sus bases.
Después de un poco más de una década de auge y gloria, el 21F, es el punto de inflexión. Desde ese hito la caída que no se detiene. Las ondas sísmicas del 21F, son de largo alcance. A Evo, ya no lo quieren, ni siquiera sus bases cocaleras, a las que todavía mantiene aferradas mediante una brutal dictadura sindical.
Esta decadencia tiene inicio en la enferma obsesión de ser siempre el candidato. En 2019, violando la Constitución y los resultados vinculantes del 21F, se habilita de manera absolutamente arbitraria. Esa desmedida ambición y hambre de poder, lo inducen a cometer el peor error de su vida. Fíjense, estimados lectores, si no forzaba su candidatura y sabiamente descansaba una gestión, los momentos políticos serían sustancialmente distintos.
Por ese error capital, alguien diría que, siguiendo la huella de Stalin, Morales debería fusilar a todos aquellos asesores y cercanos suyos, que lo indujeron a cometer semejante equivocación. Entre ellos, a su quien fue su vicepresidente, García Linera que contribuyó notablemente, en su ceguera e ignorancia, al asegurar que “si Evo se va, el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y todo será tristeza …”. Qué nivel de intelectual y asesor.
Su habilitación “violenta” para las elecciones de 2019 más el fraude que se perpetró, provocaron su inesperada renuncia y salida, después de 21 días de rechazo a su ambición de poder eterno. Nunca habría imaginado su despavorida huida a México. Como adolece del “síndrome de hubris”, la enfermedad del poder, su caída fue brutal. La concentración de poder y los 14 años de ejercicio fraguaron la hipertrofia de su ego y vanidad, alimentado una indebida convicción de grandeza personal.
Pues bien, luego de su salida y un breve, además desastroso, interregno, el Movimiento al Socialismo (MAS) recuperó el poder como resultado de las elecciones de octubre de 2020, pero sin Morales a la cabeza. Asumió la presidencia Arce Catacora, el candidato que él eligió desobedeciendo a sus bases. En las circunstancias actuales, debe ser inimaginable como Morales lame sus heridas por este otro error.
En principio, todos pensaron que tendría el control absoluto e iba a constituirse en el verdadero poder detrás del trono. Pensaron que el palacio se iba a trasladar al trópico. Sin embargo, en el transcurso y en el ejercicio del poder, Arce Catacora, proclamó su independencia, rebelándose a las ambiciones de poder eterno. El alumno fue “más aventajado que el profesor”. Separó al “enfermo”, y a todos sus obsecuentes acólitos, de las mieles y prerrogativas que otorga el poder.
Esto, enloqueció a Morales, al extremo tal que, ni en mitad de la gestión de Arce Catacora, se convirtió en su más energúmeno opositor. Luego, en primera instancia, en Lauca Ñ, se proclamó como el dueño de la sigla y único candidato.
Desde ahí, se desato una nauseabunda pugna, por el control del partido y la designación del candidato oficial. Ahí tiene origen esta división que, parte en dos al partido que mantuvo una sólida hegemonía por cerca de tres lustros. En ese contexto, la enfermiza ambición de Morales es la causa principal de esta escisión.
Como al enemigo que hay que “tumbar”, desata una abyecta oposición contra Arce Catacora y su Gobierno. A su vez, con todas las herramientas políticas que otorga el control del Estado, desde el Gobierno también, se pretende eliminar al enemigo, con las mismas recetas que Morales utilizó en contra de sus opositores. En esta “guerra de suma cero”, Morales está probando de su propia medicina.
Luego de dos años de intensas “batallas”, con amenazas de convulsión, marchas y bloqueos, a fines de 2024 el Tribunal Supremo Electoral, otorgó oficialmente el control de la sigla a la facción arcista. Morales, perdió el partido que laboriosamente había forjado para él. Antes, si me permiten ilustrarlo así, Evo Morales era el MAS y el MAS era Evo Morales. Vean, en ese sentido, la magnitud de la terrible perdida.
También, al margen de dos sentencias constitucionales, que eventualmente lo inhabilitan, el Gobierno reactivó un proceso penal por estupro que había sido archivado cuando no eran enemigos. Luego fue oficialmente imputado y, como consecuencia de su inasistencia a dos audiencias de medidas cautelares, tiene orden de aprehensión. Ya no puede circular libremente. Está, de facto, recluido en el Chapare.
Finalmente, en el 15 aniversario del Estado Plurinacional, en el coliseo de la Coronilla de la ciudad de Cochabamba, recibió otro certero puñal a sus ambiciones de poder eterno. Andrónico Rodríguez, se desmarcó cuando, vía Zoom, le dice que, “… de los líderes jóvenes debe sentirse orgulloso, pero no celoso”. “Qué no se debe confundir consecuencia con obsecuencia, ni lealtad con llunquerío”. En esta última frase, Andrónico, proclama su independencia.
A su vez, las bases cocaleras, que comienzan a desmarcarse, ven a Andrónico como la única posibilidad de reunificación y toma del poder. En las circunstancias actuales, su candidatura parece incontenible.
Si esto sucede, sería el entierro de Morales, pues acabaría perdiendo lo último que le queda: sus bases cocaleras.
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.