Jukumari: retraso en la conservación
El oso jukumari (Tremarctos ornatus) habita en toda la región que colinda con la cordillera de los Andes, por lo que su presencia está registrada en Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y el norte de Argentina. De estos países, los Gobiernos nacionales han elaborado planes de acción para la conservación del oso andino en los que se plantean objetivos para la protección de este animal que tiene una escasa población, pero que sobre todo se ve afectada por factores externos como la deforestación, el avance de la minera ilegal, la destrucción de sus hábitats naturales, captura ilegal y caza furtiva, el cambio climático, entre otros.
Esta situación ha provocado que los osos se acerquen con más frecuencia a las regiones pobladas para hallar alimentos y en algunos casos han atacado vacas y consumido plantaciones de choclo, principalmente. La reacción de los pobladores en contra de estos animales ha generado que los osos fueran capturados e incluso que acabaran con sus vidas.
Si bien existe un trabajo de concienciación sobre el oso andino y su protección, en el caso específico de Bolivia quedan algunos pendientes, sobre todo para la compensación a los pobladores que resultan afectados por la muerte de su ganado o la pérdida de sus plantaciones.
No es lo único, ciertamente a comparación de otros países, Bolivia prioriza la investigación y concienciación, a diferencia de Perú, que se plantea un crecimiento poblacional de la especie en su territorio, pero además del que conoce la cantidad de animales que están en sus áreas protegidas.
El oso andino está catalogado como vulnerable para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En Bolivia está dentro de la misma categoría. Este gran mamífero es una especie clave en los ecosistemas andinos y el gran territorio que necesita para vivir y alimentarse es una de las razones que lo convierten en una especie sombrilla, es decir, aquélla que al ser conservada permite la protección de muchas otras especies de flora y fauna.
Bolivia
El plan nacional de acción para la conservación del oso andino en el país señala como visión que “las poblaciones del oso andino, como parte del patrimonio natural de Bolivia, mantienen un buen estado de conservación, su hábitat está protegido y la especie cumple sus funciones ecológicas y culturales en armonía con los procesos naturales y el bienestar de la sociedad”.
“Determinar acciones específicas para la protección del oso andino (Tremarctos ornatus) dentro de su área de distribución en el Estado Plurinacional de Bolivia”, figura como objetivo general. Entre los objetivos específicos también se señala la investigación, sensibilización y concienciación para promover la protección del oso jukumari.
En el documento no se hace referencia a otros aspectos relacionados a la cantidad de población de este animal, pero tampoco se apunta a un objetivo para incrementarla.
Expertas del área conversaron con OH! y señalaron que, si bien se ha avanzado en la investigación, aún existen trabas para promover la protección del oso, una de las principales es la socialización de la normativa que impulsa la conservación de la especie, tomando en cuenta que algunas poblaciones se han visto afectadas por el ataque a su ganado, y por el consumo de sus plantaciones, principalmente de choclo.
Esta situación ha llevado a que los pobladores rechacen cualquier intento de apoyar a la protección del oso porque han tenido complicaciones personales que no han sido resueltas por el Estado, en cuanto a una compensación, por ejemplo. Es más, la posición en algunas poblaciones apunta a que esta especie sea “movida” del lugar para que deje de afectar sus actividades agrícolas.
La situación se agrava cuando, pese a que se trata de un animal protegido, las acciones llevan a la muerte del oso. Se han dado casos en los que incluso se ha registrado mediante imágenes de video la muerte de uno de estos animales, sin embargo, pese a que el hecho se dio a conocer, no existieron sanciones que sirvan como precedente para evitar situaciones de este tipo a futuro.
¿Se cumplen los objetivos?
Viviana Albarracin, directora del programa Jukumari, señala que, en pasados meses, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua estuvo centralizando la información de los programas que se ejecutan para la conservación del oso andino.
“Hemos ido haciendo lo mejor que hemos podido dentro de nuestros programas, instituciones y trabajos que hemos ido desarrollando”, asegura Albarracín respecto al cumplimiento de objetivos.
Consultada sobre el estado de conservación del oso en Bolivia respecto a otros países de la región, Albarracín dice que “nos falta mucho”.
“A comparación con Perú, ellos tienen una base de datos bien establecida en tema de oso andino. Hay datos de conflictos con la gente, eso nos falta a nosotros. En el tema de conflictos, hay que manejar mapas de conflictos con la gente para poder apoyar, apuntar a mitigar este tema de conflictos”, comenta.
Albarracín también señala que la situación en Bolivia se complica por la geografía de las regiones que son habitadas por los jukumaris.
Por su parte, Andrea Fuentes, coordinadora del programa Jukumari de la ONG Vida Silvestre, señala que hay acciones que faltan ejecutar desde los ministerios que están involucrados en la conservación del oso andino.
“Creo que hay líneas estratégicas que algunos proyectos hemos abordado. Por ejemplo, mi proyecto ha ido a responder la primera línea, que es manejo y aprovechamiento de conservación de las áreas de conflicto, hemos ido tratando de aportar a una normativa institucional también. Después, la línea 3, impulsar el desarrollo de estudios, porque estamos en eso, también sensibilizar a los productores con respecto al conflicto. Nosotros nos estamos enfocando mucho en el tema del conflicto”, afirma.
Fuentes considera que, a nivel micro, con el trabajo de los programas que se ejecutan, los objetivos han ido cumpliendo con los objetivos; sin embargo, a nivel “grande” este plan “no se ha acercado a fortalecer las capacidades institucionales para abordar las temáticas de conservación del oso”.
La coordinadora del programa que se ejecuta en Tiquipaya señala que actualmente se centraliza la información de los proyectos para conocer sus aportes, al igual que las iniciativas.
Fuentes hace referencia de igual manera a que los objetivos también se deben enfocar en aspectos que de momento no están incluidos, uno de ellos es la resolución de conflictos, así como la compensación en caso de que exista afectación.
“En uno de los puntos se habla de temas muy fuertes y muy relevantes que hacen referencia a la compensación, y eso es algo que una ONG pequeña, una institución pequeña nunca va a poder hacer. Estamos hablando de compensar un montón de dinero, o mecanismos de compensación que los ministerios habiliten para que nosotros podamos activarlos con la gente que trabajamos”, sostiene.
¿Uso de tecnología?
En varios países de la región se ha implementado el uso de collares de rastreo en los animales que se encuentran en estados vulnerables. En Bolivia, una de las especies que cuenta con este tipo de tecnología es el cóndor. A través de estos sistemas de rastreo, se ha logrado monitorear el trayecto de algunos de ellos y conocer un poco más sobre la especie.
Otra de las especies que es monitoreada a través de esta tecnología es el jaguar. Si bien en Bolivia se cuenta sobre todo con cámaras trampa para conocer si pasan por un determinado lugar; en Argentina, las áreas protegidas monitorean a los jaguares con collares de rastreo.
Si esta es una estrategia de monitoreo que puede ayudar a rastrear los recorridos, costumbres y otros aspectos de los osos, ¿por qué no se usan?
Viviana Albarracín contó que esta tecnología se implementó con el oso andino en la década de 1990.
“Ya en el 90 se ha intentado poner un collar. Ha sido difícil porque encontrar un oso, más que en Bolivia, tiene su grado de complejidad por la misma geografía. Otro aspecto en el tema del collar es el costo, pues es bastante alto. Pagar el satélite que te dé las coordenadas también tiene un costo alto. De que se podría hacer una gran logística, se puede hacer; con dinero, todo se puede hacer. La cosa es encontrar la forma”, dice.
Albarracín también argumenta que la mayor parte de la población de osos se encuentra en los bosques, por lo que es un aspecto a considerar para el uso de los collares de rastreo.
La investigadora reconoce que Ecuador es uno de los países que sí usa este tipo de monitoreo, pero también señala que, en el caso de ese país, la geografía ayuda, puesto que se trata de un lugar con más llanura.
Andrea Fuentes señala que este rastreo podría ayudar a responder a algunos objetivos de conservación, pero estos deben ser planteados de forma clara.
“Si tu objetivo es, por ejemplo, identificar las zonas por donde el oso podría estar amenazando el ganado, entonces dices, bueno, es pertinente o no es pertinente. El uso de tecnología es un paso que tiene que ser bien pensado, depende también del contexto local y la zona, no es sólo una cuestión de fondos”, agrega.
La ingeniera ambiental menciona que también se requiere de experiencia técnica; sin embargo, en algún momento llegó a considerar el uso de estos rastreadores para alertar a algunas zonas donde el oso podría estar cerca del ganado. La idea, en ese caso, sería evitar que el animal ataque a las vacas, pero de tal manera que tampoco salga lastimado.
De acuerdo a la coordinadora del programa en Cochabamba, el uso de tecnología representa una serie de interrogantes por parte de las comunidades, si bien los collares de rastreo no los afectan directamente, estas observaciones se dan con la implementación de cámaras trampa.
“Es bien delicado porque, a los ojos de las comunidades, ellos podrían percibirlo como una amenaza a su privacidad y también para su subsistencia. Entonces el contexto local es importante para el uso de tecnología y, para mí, es la primera limitante. Puedo conseguir fondos, puedo hacer una propuesta increíble, pero depende de en qué nivel de relacionamiento positivo estoy en la comunidad con la que estoy trabajando”, explica.
¿Cómo promover la conservación?
Uno de los aspectos fundamentales para la conservación del oso jukumari son las acciones por parte de las instituciones del Estado, según Albarracín. El cumplimiento de las normativas ambientales es un aspecto clave a incluir puesto que la legislación ayudará a establecer sanciones en caso de que se requiera.
“Vemos casos como el del año pasado: han matado un oso en Chuquisaca y lo han grabado todo, y no ha habido ningún tipo de sanciones por eso. Eso, el ministerio tendría que apuntar a ser más fuertes en sus políticas”, señala.
A esto se añade la educación ambiental y la difusión ambiental, que —según la experta— falta mucho. Albarracín afirma que el oso andino “no es una especie peligrosa para el ser humano”.
La directora del programa Jukumari señala que las compensaciones también son fundamentales para avanzar en la compensación, por lo que se refiere a un seguro contra fauna silvestre, mismo que no se daría por el oso andino, sino también por los pumas, jaguares y otros animales.
“Se tiene que trabajar eso, entre instituciones, ver una solución. Debería haber un seguro para el tema también de fauna silvestre, para que la gente también esté un poco más tranquila, porque siempre te dicen en las comunidades ‘esos animales son del Estado, que se los lleven’. Habría que ver una forma de coexistencia con la gente”, apunta.
Perú
El plan nacional de conservación del oso andino en Perú cuenta con datos estimados de la población de osos en su territorio. En este caso, estiman que alrededor de 5.750 individuos de la especie viven en esa región. Si bien la tendencia es decreciente, el plan peruano se enfoca en contar para 2036 con “poblaciones viables de oso andino (Tremarctos ornatus) y con tendencia creciente, para lo cual, sus hábitats poseen conectividad y los actores locales desarrollan actividades de manejo sostenible de los ecosistemas donde habita la especie, a fin de obtener bienes y servicios para el beneficio colectivo derivados de su conservación”.
El plan que culmina en 2026 contempla la recuperación de las poblaciones de osos andinos mediante la aplicación de medidas de conservación para la especie y sus hábitats.
Asimismo, destaca en el documento que se trabaja en la identificación del 100 por ciento de las áreas con presencia de poblaciones viables de oso andino y caracterizar tres corredores de conservación.
El plan nacional se ejecuta desde 2016 y culmina en dos años; sin embargo, la visión fue trabajada para cumplirse en un periodo de 20 años, por lo que se denota que el seguimiento es sostenido y que además se plantea la posibilidad de incrementar la población del oso andino.
Colombia
En ese país, el plan de acción se unió a la conservación de la danta de montaña (Tapirus pinchaque), una especie que tiene un hábitat similar al del oso andino.
Los cuatro propósitos en Colombia para la conservación de los jukumaris son: reducción de la tasa de pérdida de hábitat del oso andino y danta de montaña; incrementar la conectividad entre las subpoblaciones y sectores de hábitats; reducir la cacería del oso andino y la danta de montaña, y articular el Sistema Departamental de Áreas Protegidas con el plan de acción y conservación del oso andino y la danta de montaña.
Cada estrategia tiene líneas de acción que se enfocan en la educación, pero también en la protección de la especie.
En ese país se destacan las experiencias individuales de los programas que se implementan, pues el trabajo de éstos ha rendido frutos. De acuerdo a una publicación del portal Mongabay, hay un ejemplo que ha reunido a instituciones científicas, al sector privado y a las comunidades locales en busca de la recuperación del oso y su hábitat. El programa Conservamos la Vida trabaja en Colombia desde 2015 y logró identificar los principales núcleos donde habita el oso, esto provocó que los bosques se conserven de manera óptima, generando que estos animales recorran por áreas que antes no lo hacían porque habían factores externos con los que tenía que lidiar.
Haber iniciado por la conservación de los hábitats permitió que otras especies también sean vistas, el monitoreo de las mismas se hace a través de cámaras trampa, pero destaca sobre todo el compromiso de las comunidades que se han unido al esfuerzo de conservación y se han beneficiado con capacitaciones en sus áreas de trabajo o cultivo, lo que les ha permitido tener ideas y aumentar su producción, además de la venta de sus productos. Identificados con la protección al oso, han llegado a obtener mejores precios para vender sus productos debido al mejoramiento de la región, pero también por identificarse y ser guardianes del oso andino.
Ecuador
En el plan que trabajó el Gobierno de Ecuador y que fue presentado para el periodo 2020-2030 se apunta a una visión a la conservación de las poblaciones ecológicamente funcionales de oso andino, en coexistencia con el ser humano como parte integral de los ecosistemas y de los paisajes en el Ecuador. Este planteamiento tiene un plazo de cumplimiento hasta 2029.
“Mitigar las amenazas identificadas para el oso andino a través de la gestión integral de las actividades humanas, la investigación, y la protección de la especie y sus hábitats” es el objetivo principal del gobierno ecuatoriano.
Sus líneas de acción están centradas en la investigación, manejo in situ, manejo ex situ, además de la educación y comunicación.
Lo que más destaca del plan de conservación de Ecuador es el seguimiento al cumplimiento de los objetivos, es decir que vigilan constantemente su progreso. Los objetivos tienen periodos de cumplimiento de corto, mediano y largo plazo.