Recicladoras alquilan terreno de acopio con sus escasos recursos
Denuncian que contenedores de reciclaje son constantemente dañados por ajenos

Mujeres que se dedican a la riesgosa y no bien remunerada labor del reciclaje en Sucre deben alquilar un terreno con sus propios recursos para el acopio de botellas PET. Varios intentos de la Alcaldía de dotarles de un espacio recibieron el rechazo de vecinos.
“Nosotros nos alquilamos (un terreno) aquí, en Tata Cajoncito. Ahí nos hemos trasladado. Antes estábamos en San Miguel”, comenta a CORREO DEL SUR Julia Arancibia, dirigente de la Asociación de Recolectoras Ciudad Blanca.
Por este terreno, las recolectoras –casi una treintena en dos asociaciones: “Ciudad Blanca” y “Por un Mundo Mejor”– pagan un alquiler de Bs 400 al mes. “Ojalá nos ayudarían, tanto reclamo ya hemos hecho; ojalá nos darían unos 200 metritos, seriamos alegres”, complementa Arancibia.
Carla Torrez, asesora de las asociaciones, dice por su parte que “es una dificultad, el tema de reciclaje se va a asociar siempre al tema de basura; entonces, la gente no da una oportunidad para tener un espacio”.
Ella aclaró que la Alcaldía de Sucre intentó varias veces ceder un terreno para el acopio.
Al reiterar que se requiere de este espacio, Torrez destacó que “la actividad de reciclaje genera muy poco dinero; muchas recicladoras son cocineras, niñeras, lavanderas”.
Además, exponen su integridad y su salud en esta labor. “Ellas entran a segregar el plástico en los contenedores y allí se exponen a cortes, hay restos de animales, heces y todo tipo de contaminación”, agregó.
BS 250 POR MES
El kilo de botellas PET se cotiza actualmente en Bs 1,20. “De tres meses entregamos, hay harta gente que recoge, mucho sacrificando ganamos Bs 500 en dos meses”, comenta Arancibia a este periódico sobre su actividad.
Con relación a los contenedores instalados en varios sectores de la ciudad, asegura que son constantemente vandalizados. “Se los sacan (las botellas), los candados los serruchan o con tenaza lo cortan o lo vuelcan”, dice.
Las botellas son compradas por un acopiador mayor, que las envía a Santa Cruz porque Sucre no cuenta con una industria de transformación de residuos.
“Es un sector productivo, ellas hacen el trabajo que nadie va a hacer: meter la mano en la basura, rescatar esa materia prima y dar a la industria”, afirma Torrez.