De García Mesa a “Lucho” Arce
Qué poco duró la democracia. Ahora sólo queda su semblante, su raída máscara. Ello demuestra, dolorosamente, que la tal democracia no baja hecha y lista de los cielos, que para llegar a ella, más bien, todo un país y su gente tienen que hacer un enorme esfuerzo institucional y además evitar caer en tentaciones autocráticas y tontas, vigilar que el proceso no sea secuestrado, pervertido o envilecido. Justo lo que pasó, está pasando ahora en Bolivia.
La democracia que no prende, no acaba de prender: a Venezuela, Cuba, Nicaragua, ya se le puede ir añadiendo México y quien sabe qué pasa todavía con Argentina, Brasil, Colombia… El desastre cunde, a la velocidad del hambre. ¿No da bien la democracia en América Latina? ¿Por qué?
De la más o menos reciente época de los golpes y las dictaduras militares estilo García Mesa, hemos pasado a las megacorruptas autocracias civiles y delirantemente ideologizadas, judicializadas. Represivas y macabras, eso sí, como siempre. Lo podemos repetir: eso sí, como siempre.
Bolivia, que antes lideraba el número de golpes de Estado, fue ya también el primer país que llegó, directamente, al fraude electoral. Su autócrata en ciernes, Evo-el-Fraudulento ya venía, desde antes, corroyendo y aniquilando la democracia, corrompiendo las instituciones —tal como ahora mismo no deja de hacerlo, todo enrocado en el corazón del complejo coca-cocaína.
A punta de cochinadas. Así es como se va destruyendo y minando a cuanto de democracia se hubiera conseguido. Entre los métodos más horrendos y cochinos del Gobierno está el envilecimiento total del campo judicial.
Acaban, ahora mismo, de empeorarlo aún más: aparte de esquivar cualquier reforma judicial seria, se da licencia a que cualquier canalla se presente al cargo de “magistrado”. La hez de la sociedad boliviana, da la impresión, antes que en las propias cárceles está en los “palacios” de “justicia”.
Los Hugos Blancos, Ramiro Guerrero, Patricia Pacajes, antes que ser destituidos para siempre y severamente sancionados, ahí siguen. Los que fueron cometiendo, y siguen cometiendo los lentos y torturantes procesos jurídico-carcelarios, que acabaron con las vidas de Aramayo o Bakovic y que ahora se ciernen sobre la expresidenta constitucional Jeanine Áñez, contra el líder de Adepcoca, contra la exministra Eidy Roca, contra Camacho… Los presos políticos, según el Conade, llegan a 190. Todos los “jueces”, o “fiscales” que firmaron y siguen firmando sus procesos son, sin la menor duda, los personajes más repulsivos del país.
La permanencia del MAS en el poder (ya sean ‘evistas’ o ‘arcistas’, es decir lo mismo) garantizará, por supuesto, que Bolivia siga siendo uno de los peores países del mundo en todos los órdenes, según todos los indicadores. El peor sistema judicial, el peor sistema educativo, la peor Policía, el peor Ejército, la peor prevención ecológica, los peores sistemas carcelarios, las peores universidades del mundo, la peor corrupción posible…
¿Podrá salir un día Bolivia de este desastre, logrará reencaminarse hacia la democracia, hacia un sistema judicial independiente? Lo malo, justamente, es que el MAS corta de raíz cualquier posibilidad de futuro en que el mismo MAS no detente el poder. Oposición o líder que se destaque ya será apresado, ya le lloverán los procesos…
Y para coronar ya todo el desastre como tal desastre, ahora vamos hacia la debacle económica, hace mucho anunciada y resultante de las propias políticas de los gobiernos masistas. Por ahora tenemos el de “Lucho”, como le dicen sus copartidarios, a manera de bajarle la estatura. Entre García Mesa y Evo, en efecto, Lucho va remando como puede, en su lanchita insulsa mientras la tempestad crece.
El autor es escritor
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.