Por: Manfredo Kempff Suárez |
Han pasado las jornadas navideñas de la cristiandad, cuando todos nos hemos deseado parabienes, y expresado nuestro amor por la humanidad. No significa que hayamos mentido, que se haya impuesto la falsedad, sino que hemos sentido genuinamente un deseo de bienestar y de paz. Pero sabemos que una cosa son los buenos deseos y otra la realidad. Y que mientras continúa la matanza en Ucrania provocada por el inestable Putin, mientras ejecutan a una joven en Irán por no haberse puesto adecuadamente el velo musulmán, mientras la política sudamericana está cada día más “emporquerizada”, el mundo tiembla ante el cambio climático, y Bolivia espera, convencida, que el 2023 será un año de grandes conflictos políticos y de penurias en su economía. Otra cosa anuncia Arce, por supuesto.
Después del paro de los 36 días en Santa Cruz, que obligó al Gobierno a mostrar sus cartas y a comprometerse a realizar el censo y entregar sus resultados el 2024, para que se tomen en cuenta en las elecciones del 2025, parece que el pleito político se ha trasladado al occidente del país, donde Evo Morales – persistente en su angurria de recuperar el poder – está provocando con dureza al presidente Luis Arce, acusándolo de que tiene un gabinete de traidores, y que todos quienes permanecen en funciones en la administración pública son desleales y felones. Además, Morales ha lanzado a la arena a su mastín – aquel que se lo recuerda por los 33 camiones y por la masacre de Porvenir – para que muerda rabiosamente a todo sujeto que no esté a su lado.
Hasta hoy, todos dan por hecho que, para las próximas elecciones, se enfrentarán Evo Morales, que ya se ha promovido algunas proclamaciones, y Arce; aunque faltando casi tres años para que se realicen, muchas cosas pueden suceder. Eso es “electoralizar” demasiado pronto al país y olvidarse de trabajar y administrar. Pero, en todo caso, pocos dudan de que el nuevo mandatario saldrá del MAS, así llegue con la sigla del PS-1 o cualquier otra. La sola idea de que Bolivia tenga un nuevo presidente masista es escalofriante, sobre todo para los cruceños, que, aún con declaraciones de afecto gubernamentales hacia los “hermanos” empresarios cambas, sabemos que va a seguir la trampa con los recursos económicos que le corresponden al departamento, que la aplicación de la autonomía será tan ridícula que la Policía no tiene otro oficio que temerles a los asaltantes de predios y a los vendedores informales y vigilar y perseguir al gobernador y al presidente del Comité Cívico. Que se seguirá impulsando el avasallamiento de tierras, aunque liberen algunas, porque los territorios cruceños (como los cochabambinos) se han convertido en moneda de pago para los militantes fieles al MAS, que aparecen con el membrete de “interculturales”.
¿Y de la oposición, qué? La mal llamada “derecha” por conveniencia del MAS, mucho más proclive a la socialdemocracia según se identifica, parece haber quedado escarmentada luego de la última elección presidencial. El inesperado y dudoso triunfo con el 55% de Arce Catacora, le ha provocado un golpe bajo, paralizante. Solo algunos parlamentarios, mayoritariamente mujeres, se destacan con mucho valor, en una lucha desigual contra la turba masista, que, sin buenas razones ni expositores claros, no hacen sino gritar e insultar, para acallar las voces de los “derechistas”. A estas alturas, se puede afirmar que la Asamblea no es más que una merienda de negros donde tratan de despellejarse entre “evistas” y “arcistas”, todo hasta que requieran leyes que les beneficien mutuamente.
Mientras tanto, Santa Cruz ya ha anunciado que en este venidero 2023 buscará establecer una nueva relación con el Estado, lo que ha provocado mucho resquemor en la Plaza Murillo. Por cierto que, lo primero que dicen desde las alturas, es que se trata de un primer paso hacia el separatismo. Afirman que Santa Cruz aspira anexionarse a alguno de los vecinos y que ahí está la madre del cordero. Ese es un absurdo tan infantil que no merece de un mayor comentario.
No sabemos todavía, de manera oficial por lo menos, de qué se trata este planteamiento de una nueva relación con el Estado, pero, al parecer, el fondo podría estar en plantear la aproximación paulatina a una República Federal. Para que suceda, desde luego que habría que obtener el apoyo de otros departamentos, porque federales tendremos que ser todos o ninguno. Una comisión de “notables” trabajaría en la materia. No se sabe aún quiénes serían los “notables” aunque se oye por ahí que no se daría a conocer los nombres, lo que no parece la mejor idea, porque eso huele a logia secreta y lo que nos interesa a los cruceños es realizar las cosas abiertamente porque estamos en capacidad de hacerlo. Se ha publicado que la Comisión trabajaría durante medio año, aproximadamente. Eso es demasiado tiempo y crearía un ambiente tenso a nuestro entender. Creemos que con dos meses sería suficiente para elaborar un planteamiento sensato y serio.
Pero, en fin, veremos cómo marcha aquello, y qué posibilidades existen de archivar este obsoleto sistema de Gobierno actual que hace aguas por todas partes. Es una pena, pero en estos momentos no se nos ocurre otra cosa que decir: que venga el diablo y que escoja. Desde luego que la Revolución Democrática y Cultural establecida por el MAS ha sido un fiasco total y su escandaloso centralismo botarate, corrupto, y abusivo, nos incita a pensar que el federalismo podría potenciar a las distintas regiones que se interesarían por su propio bienestar y por tanto beneficiaría al país entero. Entre otras cosas porque los recursos del Estado ya no estarían todos a merced de la decisión de la persona que ocupe el sillón o el avión presidencial.
| Manfredo Kempff Suárez es escritor, diplomático y político boliviano.