Inmutabilidad
Hoy escribo desde la oficina de mi casa con vista al jardín, buscando inspiración mientras contemplo lo que pasa en el. Bartola (la tortuga) compartiendo un pedazo de papaya con Facundo (el perrito), dos palomas insinuando hacer amistad con ellos y un picaflor que todos los días, a la misma hora y en el mismo lugar aparece; en cuanto al lugar, lo podría entender, pero en cuanto a la hora que por favor alguien me explique ¿cómo una avecilla la sabe?
Veo la agenda para revisar los pendientes y de manera inevitable el calendario…ups! martes 18 de octubre, lo sabía pero en el fondo prefería ignorarlo pues un año atrás junto a la familia extensa y amigos estábamos celebrando la vida de mi mami y hoy solo recordándola. La vida cambia, es dinámica y sorprendente. Lo que hoy es, mañana ya no y punto, tan simple y complejo al mismo tiempo como eso. Los que eran ya no son y los que estaban ya no están.
Por otro lado, reviso mis apuntes y leo algunas sesiones que tuve con personas que trabajan juntas, con los mismos intereses y detrás de cumplir los mismos objetivos solo que con historias diferentes y a pesar de ser tan diferentes las anécdotas de sus vidas, todas ellas con un denominador común: mi vida en el último tiempo cambió mucho.
Algunas vidas cambiaron por temas políticos, otros por accidentes, algunos por divorcios o separaciones dolorosas, alguna muerte por ahí, desempleo, enfermedades, hijos que decidieron rebelarse a los padres de manera poco usual, esposos deprimidos que no salen de la habitación, ansiedad extrema e insaciable de comida…en fin, historias de cambios de vida que no precisamente quiere decir lo mismo que vidas cambiadas.
Vidas cambiadas es lo que yo anhelo ver en cada una de esas historias, más allá de las circunstancias que les tocó vivir, vidas que comprendan que todo sucede por algo y que aún de lo malo podemos rescatar lo bueno. Que no vean el cambio como amenaza sino como oportunidad de aprendizaje y mejora, al final, “lo único constante es el cambio” (Heráclito) y de él no nos vamos a librar ya sea por situaciones particulares y personales, como las que les comparto, o ya sea porque la sociedad en su conjunto y la cultura están cambiando. Hoy vemos que los jóvenes ya no quieren casarse y quienes se casan, deciden no tener hijos y adoptar algún “Facundo” por ahí o rescatar de la muerte alguna “Bartola” como lo hice yo, es decir, tener mascotas en lugar de hijos; también vemos que durante la pandemia muchos descubrieron sus talentos y cambiaron de oficio, algunas empresas cerraron, otras abrieron, muchos profesionales no encuentran trabajo y otros tantos encontraron donde menos se imaginaron….todo cambia, cambió y seguirá cambiando, eso es parte de la vida.
A veces esta vida nos alegra tanto con un festejo cumpleañero y al siguiente año solo nos invita a recordar lo vivido.
En todo este asunto de vida cambiante, donde casi todo genera inseguridad y desconfianza, donde muchos sienten el futuro incierto y el presente desolador, existe algo que nos cobija brindándonos seguridad y confianza, y nos alienta a ver el futuro con esperanza y el presente con otros ojos…y lo sé porque está escrito: Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Nm. 23:19). Las circunstancias no afectan el carácter de Dios y tampoco sus promesas, a esto se llama inmutabilidad que hace que el resto de los cambios no me asusten tanto.