Agua y saneamiento
En la VI Conferencia Latinoamericana de Saneamiento (Latinosan), que se desarrolló la anterior semana en Tiquipaya con la participación de más 20 países, se ha reconfirmado el valor estratégico de las políticas de saneamiento como fundamentales para la gestión de un recurso natural tan valioso y de primer orden como el agua. A medida que transcurren los años, en una apreciación global, queda fuera de duda el valor esencial del líquido elemento como pilar de la vida y, en consecuencia, de las sociedades y colectividades humanas.
La orientación global, en esta conferencia especializada que se ha realizado en nuestra región, de acuerdo con las expresiones y ponencias de los especialistas y organismos financiadores asistentes, ha sido llamar la atención sobre la necesidad de mejorar las estrategias para lograr el acceso universal al agua y saneamiento hasta 2030, en tanto que es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En efecto, el ODS 6 expresa que de aquí a 2030 se debe lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos. En especial, el segundo inciso señala que hasta ese año se tiene que alcanzar el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados y equitativos para todos, además de ampliar la cooperación internacional y el apoyo prestado a los países en desarrollo para la creación de capacidad en actividades y programas relativos al agua y el saneamiento, como los de captación de agua, desalinización, uso eficiente de los recursos hídricos, tratamiento de aguas residuales, reciclado y tecnologías de reutilización, entre otros propósitos.
Latinosan, en su sexta versión, ha sido determinante para establecer un balance, de cara al cumplimiento del ODS 6, pero también para reforzar lo avanzado hasta la fecha, dadas las grandes carencias en una región con países con altos índices de pobreza.
En pos de alcanzar un mayor grado de eficiencia, Latinosan ha resuelto impulsar la creación de un observatorio regional del agua, pero también la concentración de los esfuerzos en sanear los ríos y las fuentes de agua contaminadas. Es racional: mientras el agua tiende a escasear, como regla global, las ciudades no dejan de contaminar los ríos, los lagos y los mares. En Bolivia, basta citar como preocupantes ejemplos los ríos Katari —desemboca en el lago menor del Titicaca, cada vez con mayor polución— los del norte hoy sometidos a una inclemente contaminación con mercurio derivada de la explotación irracional de oro aluvional, el cochabambino Rocha, el Pilcomayo y el tarijeño Guadalquivir, entre muchos otros.
Es importante remarcar lo que dijo el relator especial de Naciones Unidas para los Derechos Humanos al Agua y al Saneamiento Básico, Antonio Arrojo: Hoy, el saneamiento está relegado porque es más “rentable” políticamente el acceso al agua; no obstante, “el saneamiento es clave para tener agua potable; no tendremos agua para consumo humano, si no tenemos la responsabilidad de limpiar, de sanear el agua que usamos y contaminamos”.
En una región donde se estima que hay 51 millones de personas que no tienen acceso a agua potable y 105 millones no tienen alcantarillado o fosa, la sinergia en políticas nacionales de agua y saneamiento es clave. De ahí la importancia de Latinosan.