Al otro lado de la coma
El fin de la coma es separar partes de un enunciado y señalar una breve pausa dentro de una oración.
Hoy propongo realizar esa pausa —saben que es una de mis palabras favoritas— dentro de enunciados que definitivamente marcan un antes y un después, esto para que reflexionemos que las realidades cambian dependiendo a qué lado de la coma decidimos estar.
Para hacer este ejercicio nada mejor que conocer algunos proverbios, frases de origen popular y que se repiten de manera invariable, encerrando pensamientos morales, consejos o enseñanzas. Desde ya los proverbios bíblicos se escribieron para enseñar al pueblo de Dios a llevar una vida agradable a Él, a tener una vida próspera y feliz, y a evitar las tragedias que resultan de todo aquello que nos separa del bien. Alguna vez leí que entretejido en el lienzo humano está el deseo de aprender y comprender, por ello, nuestras mentes nos distinguen de los animales en que analizamos, conceptualizamos, teorizamos, discutimos y debatimos todo, desde la ciencia hasta lo sobrenatural. Se construyen escuelas, institutos y universidades donde profesores letrados pueden enseñarnos acerca del mundo y de la vida, pero en pocos lugares aprendemos consejos prácticos PARA la vida y en el fondo esas oraciones cortas, concisas y que encierran una verdad moral son los proverbios que nos pueden marcar un antes y un después, dependiendo de qué lado de la coma estemos.
Para entender mejor esto, me remito al autor de algunos de ellos, que con la sabiduría que lo posesionó como el hombre más sabio —no únicamente inteligente, sino “sabio”— sobre la faz de la tierra nos brindó consejos prácticos de cómo vivir de acuerdo a la sabiduría divina.
Es posible que a estas alturas de la lectura algunos pensarán que estoy hablando de religión, pero déjenme aclararles de que no, estoy hablando de la vida. ¿A quién no le interesa temas como: la juventud, la disciplina, la familia, el dominio propio, los negocios, la comunicación, el matrimonio, la búsqueda de la verdad, la riqueza, la pobreza, la inmoralidad, la formación a los hijos, la relación con los empleados o la sabiduría como tal?… por lo menos, uno de estos temas calza con cualquiera.
Es así que la palabra “proverbio” proviene de un vocablo hebreo que significa “administrar o gobernar” y estos dichos ofrecen un consejo profundo justamente para eso, para gobernar nuestras vidas. Al respecto, siempre me cuestiono: ¿cómo así las personas piensan gobernar una empresa, organización, país o familia sino gobiernan su propia vida?
Pero, bueno, ahora los invito a ver tres ejemplos:
1. La mujer virtuosa es corona de su marido, pero la que lo avergüenza es como podredumbre en sus huesos (Prov.12:4). En otras palabras, una buena mujer hace de su marido un rey, pero una mala lo destruye por completo en su salud, economía o reputación. ¿Cuál V te gusta más, la de virtuosa o la de vergüenza?
2. El corazón del hombre propone su camino, pero Jehová dirige sus pasos (Prov. 16:9). Al ser humano le toca hacer planes, lo hacemos para nuestra familia, trabajo, vacaciones, profesión o tal vez sólo para tomar el bus, sea lo que sea, pensamos que es algo bueno, sólo que no todo lo bueno, siempre nos conviene; cuando las cosas no salen como esperamos y tenemos paz, claramente tenemos conciencia del lado derecho de la coma.
3. El corazón alegre hace bien como una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos (Prov. 17:22). El ánimo y la alegría influyen en nuestra salud y yo no quiero estar del lado de la coma donde hay sequedad de huesos… ¿Y tú?