El enésimo bloqueo de K’ara K’ara
¿Cómo se puede presionar para que destituyan a la subalcaldesa de la Comuna Itocta? ¿O es posible lograr que reformulen el Plan Operativo Anual de 2022, porque no se asignó presupuesto para una obra que interesa a cierto sector de la ciudad? Todas las metas, hasta las más inimaginables y complicadas, se pueden alcanzar, como al parecer piensan los que quieren solucionar a punta de presión sus problemas, si se bloquea el botadero de K’ara K’ara.
Hace poco, recordemos, los grupos antivacunas lograron instalar un duro bloqueo en la avenida Petrolera, en el acceso al botadero, en protesta contra la presentación obligatoria del carnet de vacunación para realizar trámites en instituciones públicas o para ingresar a entidades privadas como los bancos, entre otras. Y estarían hasta hoy si el Gobierno no hubiera retrocedido en esa medida. Hace dos años, otros grupos de bloqueadores demandaban la renuncia de la entonces presidenta Jeanine Áñez, de su Ministro de Gobierno y la suspensión total de las restricciones de la emergencia sanitaria por la pandemia.
Un recuento para 2021 revela que aquel año se registraron más de 20 bloqueos del acceso al depósito de basura, con los más variopintos motivos, aunque con exigencias al Gobierno, a la Gobernación, a la Alcaldía. O a quien se necesite presionar para que renuncie o resuelva las demandas de sectores corporativos como los “autoconvocados”, los padres de familia que quieren refacciones para las unidades educativas de sus hijos o para cualquier hijo de vecino que con el apoyo de unos cuantos estrangula la vía de acceso al botadero. Se activa un bloqueo por la demanda incumplida y quien sabe si hasta por capricho o para mostrar el “músculo” del partido. ¿Es una “industria” próspera? ¿Es parte del espíritu emprendedor de cierto liderazgo social mal entendido? Es probable que así sea. Lo cierto es que, de tan frecuente que es, se ha vuelto una costumbre y parte del paisaje. Mientras tanto, los desechos se acumulan en las calles de la ciudad a razón de 500 toneladas por día. Los carros basureros hacen largas filas y rebalsan de líquidos lixiviados; los residuos acumulados en las calles son focos seguros de infección y la urbe se torna tóxica en medio de la cuarta ola de Covid-19.
Esta vez los bloqueadores tienen un pliego de seis puntos, que incluye reclamos incumplidos de anteriores gestiones ediles, que prefieren apagar los conflictos con promesas; se necesitan, no obstante, no uno sino dos y hasta tres presupuestos para satisfacer las demandas de los que protestan; es decir, no hay solución posible a lo que exigen, porque no hay tantos recursos públicos. Entonces, ¿seguirán los bloqueos? Lo más probable es que continúen, pero ha llegado la hora de buscar salidas efectivas a esta gimnasia repetitiva, que afecta los derechos de todos los que no tienen relación alguna con lo que exigen los “movilizados”. La Alcaldía tiene la función de tomar las mejores decisiones urbanas. Y para este problema hace falta una solución que evite tanto bloqueo y chantaje a la ciudad y sus habitantes.