El MAS, podredumbre por dentro.
Cuatro veces fui expulsado del MNR, aseguró el fundador de ese partido, Víctor Paz Estenssoro, para referirse a la ambición de poder y a las intrigas que con el correr de los años fueron frecuentes en el mayor partido político de nuestra historia y teniendo al frente, nada menos que al mejor y más digno presidente de Bolivia.
Nació unido, aunque con liderazgos paralelos que fueron el origen de sus particiones: silismo, guevarismo, lechinismo. Los nacidos en los 30 y 40 del siglo pasado fuimos testigos de esa metamorfosis que no fue cosa de un día, fueron años de lucha interna siempre por el mismo objetivo, partir la torta que les daba sustento.
Con ligeros matices, los sucesivos gobiernos se dieron con base en un programa social y político en una era de grandes medidas. Nacionalización de minas, reforma agraria, voto universal, reforma educacional. Antes, como ahora los síntomas se repiten: aumento de la burocracia, crecimiento de las instituciones republicanas, la administración pública, las FFAA, la Policía, de forma paralela el sindicalismo, el gremialismo, la actividad política y, por qué no mencionar la corrupción y el partidismo interno.
Paz Estenssoro, trabajador y austero, veló por la unidad de su partido hasta que las pasiones se desataron y brotaron las fracciones. Por el año 1964, en un mismo día, salían a manifestar tres y hasta cuatro fracciones emenerristas, el jefe sonreía “es la FORTALEZA DEL partido, el MNR da para mucho”, decía. Hasta que nació el barrientismo y, entre los uniformados, el ovandismo. A lo largo de la historia, leyendo a diversos autores como Luis Antezana, Augusto Cuadros Sánchez, Tomás Molina Céspedes el MNR se destruyó gracias a enemigos internos, no de afuera de la entidad.
¿Qué tiene que ver el MNR de Paz Estenssoro, con el MAS de Evo Morales? La historia se repite, la ambición cobra víctimas y la corrupción los marca por igual.
Asistimos estos días al principio del fin del Movimiento al Socialismo. Son tantos sus militantes que ambicionan los cargos públicos que no les importa sacrificar la familia, el poco o ningún prestigio de sus militantes. Por el apego al dinero y las granjerías que involucra “montar el caballo del Gobernador”, están dispuestos a todo para cabalgarlo.
Fraccionado el MAS entre evistas, luchistas, choquehuanquistas y otros, se aprestan a dar batalla y montar al potro cuya carrera se ha convertido en abierta competencia, sin importar el final de todo. Al margen de la ideología, del interés colectivo, de “los ideales partidarios”, todo queda atrás, el tema es conservar el poder y lucrar del Tesoro de la Nación, no importa quién sea el caudillo de turno, el asunto es “cerrar los ojos” y embestir a ciegas. ¡Dios salve a Bolivia!
El autor es periodista
Columnas de MAURICIO AIRA