Zacarías Coca, el artista olvidado
//Texto: Gabriel López//
//Fotos: Gabriel López y Cortesía//
Creatividad y audacia son los valores que caracterizan a los mueleños que se sienten orgullosos por haber nacido en Villa Rivero. En los lares de este pueblo escondido entre los valles se encuentra el hogar de tres hombres peculiares: el eximio novelista y poeta Jesús Lara, el héroe de guerra y expresidente Gualberto Villarroel y el maestro del telar Zacarías Coca Soria, uno de los artistas nacionales con mayor recorrido internacional.
Villa Rivero es un pueblo pequeño caracterizado por mantener un estilo de vida tranquilo donde el tiempo fluye sin prisa. La localidad fue famosa por albergar a familias tejedoras que comercializaban sus obras en los mercados del valle alto. Don “Zacacho”, como solían llamarlo sus amistades, fue el hijo menor de una familia humilde, cuyo sostén económico dependía de la venta de los tejidos.
En épocas de antaño se manufacturaban trabajos sencillos en lana de oveja, llama y alpaca -un estilo atractivo-, pero estos eran poco creativos y no agradaban al maestro, que luego cambiaría los términos del tejido para personalizar sus obras.
El joven Zacarías fue instruido por sus padres y hermanos en el arte del tejido mueleño tradicional, sin embargo, desde niño deseaba innovar creando un estilo único para que sus obras sean más apreciadas. Gracias a su creatividad innata desarrolló la técnica que lo llevaría a recorrer gran parte del globo.
El primer paso consistió en teñir los ovillos de lana con distintos colores y matices, muy distinto al teñido total que crea colores homogéneos. Esta característica le permitiría plasmar panorámicas del campo, instantáneas de la cotidianidad del Valle Alto, escenas creativas nacidas de su imaginación y retratar figuras geométricas rescatadas de la cultura Tiahuanacota, entre otros muchos diseños que almacenaba preciadamente en la mayor base de datos: la mente humana.
Una de las anécdotas que más recuerda su familia es una exposición en Estados Unidos, donde tejió frente a la multitud que se sorprendía por los diseños tan complejos hasta que un grupo de norteamericanos le preguntó de dónde sacaba los bocetos. Don Zacarías respondió con jocosidad: “Ustedes han fabricado máquinas, radios y calculadoras, pero yo en todos estos años he generado una computadora, que se encuentra en mi cabeza”. Se refería a todo el conocimiento que había acumulado a lo largo de los años.
El estilo único lo fue perfeccionado con el tiempo y exponía sus obras a nivel local y nacional. Este hombre autodidacta y audaz labró una reputación respetable que lo incentivó a viajar para exponer su arte, los primeros viajes fueron a nivel sudamericano entre Argentina, Chile, Venezuela y Brasil. Por su éxito internacional fue invitado por la misma embajada boliviana, con sede en Washington D.C., para presentar sus tejidos en Nueva York, Miami y dejó como regalo dos de sus obras en el Smithsonian American Art Museum (Museo Smithsoniano de Arte Americano).
También visitó Europa y a lo largo de sus travesías le ofrecieron puestos de trabajo muy bien remunerados, sin embargo, él se rehusaba a permanecer fuera del país y se negaba rotundamente a estar lejos de su pueblo. Debido a su técnica exclusiva de tejido vertical y horizontal, la prolijidad de su trabajo y la calidad del material, sus obras se llegaron a valuar hasta en cinco mil dólares americanos.
El éxito de don Zacarías le otorgó el cálido y respetable apodo de “tío” en su pueblo. Fue muy apreciado por su aporte a la riqueza cultural de Villa Rivero, además era muy solidario, particularmente con los niños y niñas a quienes inculcaba el valor de su legado para que los telares mueleños no desaparezcan. El 2008 fue declarado Hijo Predilecto por el Honorable Concejo Municipal de Villa Rivero.
Don Zacarías no cesaba en su labor como gestor cultural y tenía el sueño de crear una galería donde pudiera exponer sus conocimientos junto a sus obras, lamentablemente, no recibió el apoyo que necesitaba. Sin embargo, dispuesto a abrir un museo particular, financió la construcción de un ambiente en su casa de Villa Rivero para exhibir los telares.
Un adiós al artista
Tristemente el 21 de diciembre de 2018 una embolia tomó la vida del maestro y el sueño de Don Zacarías no pudo concretarse. Ahora la familia busca apoyo para que las obras y su historia no desaparezcan y cumplir de alguna manera su último sueño: rescatar el tejido de Villa Rivero.
Silvia Claros, nieta de don Zacarías, recuerda una frase suya con nostalgia: “Mi abuelo decía algo muy bonito: que él tejía la historia entre sus dedos”.
Más de dos años han transcurrido desde su deceso y no recibió reconocimientos póstumos a pesar de haber sido premiado desde Miami hasta Madrid. De don Zacarías queda un gran legado: sus maravillosas obras, el cariño que sus poblanos le profesan y un telar rústico en la sala de la que fue su casa en donde con sus últimas fuerzas tejía el escudo del pueblo que tanto amaba, pero no logró terminarlo.
Actualmente, la familia gestiona un reconocimiento merecido a la memoria del don Zacarías, vender las obras icónicas en un mercado adecuado o realizar exposiciones para que muchos más conozcan de cerca su arte que quedó en el olvido.