La oscuridad luminosa en la obra de Jaime Saenz
VERÓNICA STELLA TEJERINA VARGAS
Lingüista
Dejarse atrapar por la obra del escritor Jaime Saenz es, para muchos de sus antiguos y nuevos lectores y lectoras, una experiencia seductora e indeleble. Y es que existe mucho de rebeldía, transgresión y placer al acercarnos a los mundos, personajes e historias que creó y recreó Saenz, las cuales nos sumergen en lo profundo, lo místico y prohibido; así como en lo cotidiano de una La Paz antigua que, en la actualidad, se va diluyendo.
Releyendo la obra de Saenz, que abarca diversos géneros como la poesía, novela, narrativa, ensayo y obra dramática,nos preguntamos si existe algún eje temático poco explorado que aglutine su producción. Luego de una minuciosa búsqueda nos sale al encuentro “la oscuridad luminosa” que trabajó Saenz con finura y precisión. Gracias a algunos fragmentos de su creación, haremos un viaje literario que nos permita experimentar esta oscuridad saenziana, tan particular, que se presenta como eje articulador, englobando algunos de sus personajes, actividades y lugares emblemáticos.
La oscuridad en la que Saenz nos sumerge se caracteriza por ser un lugar repleto de conocimiento y revelaciones: “Por eso la luz de la noche es una luz aparte: muchas cosas, muy extrañas, se iluminan a la luz de la noche, las cosas vuelven a ser como lo que son, y uno mismo llega a ser como lo que es.” (Poesía reunida). La oscuridad como metáfora significa los misterios a ser desentrañados, donde la oscuridad es guía y maestra, pues: “Con la caída conocerás la penumbra, y con la penumbra, la oscuridad. Con la oscuridad conocerás lo oscuro, y con lo oscuro, lo que no lo es.” (Poesía reunida).
El autor retrata también personajes marginales, visibiliza al antihéroe, al que nada teme ni debe, y le confiere elevados dones de misticismo, dignidad, y autenticidad. Aquí se muestra toda esa cálida oscuridad que conmueve, gracias a los personajes que llevan el cuerpo a cuestas, y se lo sacan al vivir, al crear, al sufrir o al morir; como el poeta-artista, el aparapita, el loco o el peregrino. Todos ellos habitan los sinuosos laberintos de la oscuridad luminosa, que intensifica y da sentido a sus vidas: “Yo soy artista, y me consta que los artistas buscan las tinieblas. Y sé que, para morir como artista, hay que ser artista. Por algo los arcanos dicen que sólo se puede alargar la vida escribiendo un canto a las tinieblas. (…). Y estas palabras, según mi sentir, ocultan una realidad que sólo se revela a la luz de la poesía. Es decir, a la luz del estado subterráneo.” (Los papeles de Narciso Lima-Achá).
Estos personajes ejercen un accionar concreto que los hace habitar esta oscuridad incandescente. Así tenemos que el beber ha conducido al artista, al aparapita y al peregrino al mundo luminoso del alcohol: “Pues para el hombre que mora en la noche; para aquel que se ha adentrado en la noche y conoce las profundidades de la noche, el alcohol es la luz”. (Poesía reunida). El beber es, aquí, hipnótico transe que cautiva e instruye: “Lo que pasa es que el alcohol me abre muchas puertas, bajo el signo de un oscuro resplandor; y por eso me fascina. Y por eso me aniquila.” (Prosa breve).
De igual forma, para sostener este tipo de penumbra, los personajes y sus actividades requieren de lugares específicos donde mora esta oscuridad redentora. Para Saenz, estos lugares fueron sagrados, una especie de santuarios; lugares como la morgue, la tumba o la bodega. Estos escenarios albergan profundos misterios ya que: “La morgue tiene una claridad interior, abscóndita y esta claridad es al mismo tiempo una oscuridad a prueba de luz, por así decirlo”. (La piedra imán). Otro de los lugares valiosos para el autor, lo constituyó la bodega: “Allá, a un paso de la tumba, se yergue la bodega sobre unos cimientos inconmovibles, alumbrada por una luz que se difunde y se identifica con las tinieblas”. (Felipe Delgado)
Gracias a las citas expuestas, podemos concluir que la oscuridad luminosa en la obra de Saenz es un fuerte elemento que unifica a los personajes, acciones y lugares de importancia para el escritor. Por tanto, el artista, el aparapita, el loco o el peregrino que beben o sufren, posicionados en la bodega o la morgue, nos transportan a un mundo distinto que nos mueven a la reflexión y cuestionamiento de lo oscuro; permitiéndonos vivenciar otro tipo de oscuridad que clarifica y enseña. La oscuridad saenziana no nos arrastra a la angustia o al agobio, ella nos deja palpitando su profunda luminosidad. A 100 años del nacimiento del autor es tiempo de agradecer el camino de un artista pleno de grandeza y entrega total a su obra, ya que como lo expresó: “El camino que conduce a las tinieblas detrás de las cuales se halla la luz primordial, no podrá encontrase por la mezquindad. La grandeza es el único camino; el renunciamiento, la entrega total: he ahí el único camino.” (Felipe Delgado).