La Paz, cerca del cielo, el trópico y los mares
La ciudad de La Paz, desde su fundación, hace 473 años, tuvo el atractivo de ofrecer un menú de climas y hábitats a los recién llegados. Se fundó, primero en Laja, a 3.860 metros sobre el nivel del mar y muy cerca (17 kilómetros) de la ciudadela precolombina de Tiwanaku. Pero los españoles comandados por el capitán Alonso de Mendoza se enteraron de que 40 kilómetros al sur se abría un valle mucho más amable, pintoresco y rico. Y desde entonces empezó una imparable fiebre de viajes hacia virtualmente todo tipo de zonas desde la hoy célebre “hoyada” paceña.
La ciudad supervigilada por el Illimani es algo así como una especie de geniecillo a quien el viajero le pide que le lleve al clima y lugar de preferencia. Probablemente no haya una urbe en el planeta con semejante característica que, además, ha sido potenciada a medida que los transportes y comunicaciones se desarrollaron gracias a la tecnología.
Por eso, en la actualidad el efecto multialtura, multiclima, multitopografía paceño resulta hasta inmediato. Alguien puede llegar a los 4.050 metros sobre el nivel del mar del aeropuerto internacional de El Alto, con su entorno altiplánico y su frío gélido. Luego, en cuestión de una hora o algo menos, le será posible descender hasta los 2.800 metros del valle que acoge a la zona de Río Abajo.
De la cima a la sima
Eso sólo para empezar, porque los cambios pueden ser más radicales. La experiencia de partir de La Paz, subir hasta zonas de nevados para luego descender a lugares tropicales resulta de lo más común y cotidiana. Muchos recorren la carretera que va a Los Yungas, es decir, suben a “La cumbre” (4.400 metros sobre el nivel del mar) y luego descienden rumbo a los tropicales Coroico, o Chulumani, o Coripata, Yolosa, Caranavi, etc.
Pero también hay quienes igualmente gozan del cambio de paisajes cordilleranos a parajes preamazónicos cuando viajan al valle de Zongo. Descenso que puede iniciarse a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar, (zona de Chacaltaya) y llegar hasta los 800 metros, en la parte baja de Zongo. Incluso otras rutas se abren a caminatas que utilizan los famosos caminos de los incas para conocer ese cambio casi de cima a sima. Son los circuitos del Takesi, Tres Cruces y el Choro, entre otros.
Para quienes buscan sólo puntos extremos también La Paz es el eje. Desde ella parten quienes quieren llegar hacia los picos de colosos andinos de casi o más de 6.000 metros. La oferta suma al Huayna Potosí (6.000 metros), el Tuni Condoriri (5.350 metros), el Mururata (5.860 metros) y, por supuesto, el Illimani (6.462 metros).
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En esos viajes quedan también colmadas las expectativas de quienes buscan observar lagunas de colores turquesa o glaciares con formas multifacéticas. De La Paz también parten aquellos que quieren ir a la cabecera de la Amazonía. Esa cabecera, en su manifestación más célebre se llama Madidi, el parque natural más biodiverso del planeta, según la World Wild Fundation (WWF). Se lo halla tras atravesar los Yungas, en los límites entre los departamentos del Beni y La Paz. Lo frecuente son viajes en avionetas que tardan casi 50 minutos, pero otros optan por recorrer la serpentina bajada del trópico en nueve horas.
Para quienes buscan simplemente solaz y tranquilidad, La Paz también se halla muy cerca de vertientes de aguas termales. A menos de una hora de viaje en automóvil están Viscachani y Urmiri, y a dos horas la ciudad de Oruro con Capachos y Obrajes. También desde la sede del gobierno boliviano se puede viajar fácilmente a apacibles valles interandinos como Luribay, Sorata, Avircato, Chuma y Aucapata en contadas horas.
No sobra decir que, si de grandes valles se habla, desde La Paz tampoco resulta difícil ni moroso partir rumbo a Cochabamba. Es una de las conexiones más frecuentes e intensas al ser parte del eje central boliviano que luego se articula con Santa Cruz. Los 379 kilómetros que separan ambas urbes son recorridos entre 4,5 y 6,5 horas, según el vehículo que se utilice.
Tres tipos de mares
Valles, nevados, altiplano, Amazonia, ¿algo más? Sí, mucho más. Desde la ciudad multinivel donde se han tejido redes de teleféricos y erigido cientos de edificios se parte hacia varios mares. Algunos son muy cercanos. Es el caso de ese mar interior que constituye el lago Titicaca, con sus 8.562 kilómetros cuadrados de superficie. Es además el lago navegable más alto del mundo (3.812 metros sobre el nivel del mar) y el vigésimo más grande. Desde La Paz se puede llegar a sus orillas, específicamente a Huatajata, Puerto Pérez o Guaqui, en menos de una hora. Es el convite que invita a viajar más allá a sitios como Copacabana, las islas del Sol o de la Luna y más aún.
Pero desde La Paz, conocida también como Chuquiago Marka, hay igualmente una dinámica intensa de viajeros hacia el mar de sal que constituye el salar de Uyuni. Algo más de siete horas por carretera y una por avión cubren los casi 540 kilómetros que separan a la perla del turismo boliviano de la sede de gobierno.
Y para quienes quieran playas, sol, agua salada y un océano, La Paz constituye la ciudad más cercana de Bolivia para ese objetivo. Arica, en Chile, e Ilo, en Perú, se hallan a distancias no muy diferentes de las que cubren los viajes a Cochabamba y Uyuni. Entre seis y siete horas por tierra se tarda en llegar a cualquiera de esas ciudades del Pacífico.
En el caso del viaje a Arica, en la ruta se pasa por zonas de nevados, aguas termales y volcanes. Suma el atractivo de los parques Sajama (Bolivia) y Parinacota (Chile). Con lo que se completa casi cualquier tipo de topografía, clima, región que, en general, se aspire a conocer.
Sin embargo, valga añadir un detalle más: en las rutas de casi todos los viajes citados es posible visitar restos de culturas precolombinas. Tiwanaku, Iskanhuaya, Conchamarka, Condoramaya, Pasto Grande, Churquini, etc. suman el mensaje de civilizaciones pasadas para los estudiosos.
Quizás, así como en el caso de los españoles en 1548, mucho antes, miembros de otras culturas fueron también atraídos por la magia del Illimani. No por nada, La Paz, el puente entre cielos, trópicos y mares, hace siete años, fue considerada una de las siete urbes maravilla de la humanidad.