Por: Amalia Pando |
Los cuatro calderos del ingenio azucarero de Bermejo, IABSA, están apagados por falta de gas. Para salvar el momento quemaran leña y el bagazo que deje la zafra que comienza este mes.
El reclamo a YPFB data de hace tres años. El pozo que los abastecía, el X 44, está en franca declinación, agotado. Les ofrecieron diésel, pero los calderos son a gas, parece que no entienden.
Esto le pasa a la principal sino única empresa de Bermejo, ese vértice en el sur del departamento de Tarija que es el mayor exportador de gas. Y para duplicar la ironía, Bermejo fue la localidad pionera de los hidrocarburos en Bolivia cuando en 1924 allí se descubrió el primer pozo de petróleo.
Bermejo es el campanazo de alerta a toda la industria nacional.
CAÍDA SIN FRENOS
El ingeniero Edmundo Pérez Peralta, desde Camiri, nos dice que el “cenit”, el punto alto, apenas duró dos años, después ingresamos a la declinación.
Este gráfico marca el auge de la producción y exportación de gas hasta llegar al “cenit” de los años 2013-2014. Los años subsiguientes marcan la línea descendiente.
QUÉ TIEMPOS AQUELLOS
El gobierno de Evo Morales recibió mega campos que trabajaban a toda capacidad, con volúmenes y precios internacionales en constante incremento.
Brasil compraba 30 millones de metros cúbicos por día a través del gasoducto a Sao Paulo, que estaba al 100 % de su capacidad. Hoy demanda solo 20 MMcd.
Fue un período de bonanza irrepetible que desde el 2006 dejó ingresos extraordinarios por 39 mil millones de dólares.
Evo Morales y Luis Arce despilfarraron estos recursos como serpentina y mixtura que se lanza al aire en un alegre carnaval. Un largo festín de viajes, lujos, propaganda, inútiles mega plantas en rubros diversos y “chauchitas” electorales de canchas de fútbol, vagonetas y sedes sindicales.
OLVIDARON LO ESENCIAL
No invirtieron en lo esencial, la exploración. Los campos empezaron a declinar su producción, cada año menos y menos, según datos del Ministerio de Hidrocarburos.
En 2014, el último año de apogeo, se produjo 61.1 millones de metros cúbicos al día, MMcd.
En 2018, la producción de gas cayó a 51.1 MMcd y en los dos últimos años los volúmenes se redujeron a 45.3 y 43.5 MMcd.
Es decir, que la producción ha disminuido en 17 MMcd en comparación a los datos de hace 6 años. Es una baja significativa si se considera que, en este invierno, época de mayor demanda, se exportará a Argentina solo 14 MMcd.
SE CONSUMIERON LAS RESERVAS
Los volúmenes de gas que se consumieron desde el 2006 no fueron reemplazados por falta de nuevos descubrimientos, resultado de la poca inversión.
Últimamente, el pozo Boicobo, en Chuquisaca, es una luz de esperanza que podría cubrir un año de consumo interno, pero hay que esperar al menos dos años para que comience a producir.
SOBRE LLOVIDO, MOJADO
A la caída de la producción se sumó la de los precios internacionales que el año pasado se desplomaron por debajo de cero dólares por barril de petróleo.
Este año, los precios han mejorado con la reactivación económica mundial hasta pasar los 70 dólares por barril de petróleo. Es alentador, pero no compensará la constante baja en la producción, descrita como “caída libre, en cascada”, por Álvaro Ríos Roca, estudioso del sector.
Bolivia ha reducido a la mitad sus ingresos por la exportación de gas natural y multiplicado sus gastos por la importación del 70 % del diésel que consume y el 50 % de la gasolina.
IMPACTO EN CASCADA
Plantas gigantescas montadas para industrializar el gas natural están semiparalizadas. El ingenio de Bermejo no es el único afectado.
Por ejemplo, la Planta Termoeléctrica del Sur, en Yacuiba, fue montada con miras a la exportación de electricidad sin ningún estudio previo de mercado. En consecuencia, no encuentra en Argentina la apertura esperada. Apenas hay mercado para tres meses al año y con un precio incierto. Solo la segunda fase de este proyecto costó casi 400 millones de dólares y el tendido de línea en territorio argentino entre 25 a 33 millones de dólares.
Aún más dramático es el estado de la Planta Separadora de líquidos “Carlos Villegas” o Gran Chaco. Costó cerca de 700 millones de dólares. Debía abastecer de materia prima a otra planta, que nunca se construyó, para la fabricación de plásticos. Terminó produciendo GLP para el mercado interno y algo para exportar al Paraguay. Trabaja entre el 20 al 30 % de su capacidad instalada por la disminución constante del gas natural que se encarga de procesar antes de la exportación.
Y, otro mega desastre es la Planta de Fertilizantes de Bulo-Bulo, que costó más de 1000 millones de dólares que tuvo paros y fallas desde su inauguración en 2017 y que está sin operar desde el 2019.
HAY RESPONSABLES
El co-autor de este desastre se llama Luis Arce, el ex ministro de finanzas de Evo Morales, quien hoy está de presidente. Sin que se le mueva un pelo y sin ninguna autocritica de por medio, piensa enterrar la llamada “nacionalización” con una nueva Ley de Hidrocarburos cuyo objetivo es atraer inversiones de las transnacionales para labores de exploración.
“Tarde e insuficiente”, opina Mauricio Ríos García al igual que muchos otros expertos en la materia.
Solo nos salva un milagro, el hallazgo de un mega campo. Sin embargo, los milagros en la industria petrolera se producen con la ayuda de muchos millones de inversión.
MÁS ELEFANTES AZULES
Entre tanto Arce anunció que el Estado invertirá en un laboratorio para medicamentos de hierbas tradicionales que bien podrían ser fabricados por INTI y VITA. Es un proyecto diseñado en el primer gobierno de Evo Morales estimado en 200 millones de dólares.
Y también tiene otro proyecto, de costo similar, para producir biodiesel de soya y maíz en franca competencia con los ingenios cruceños que ya producen Etanol, almacenado en tanques que están rebalsando, y que tienen contratos de compra refrendados por una Ley que YPFB no quiere cumplir.
La pregunta ahora es si estas nuevas iniciativas de industrialización se sumaran a la manada de elefantes azules que devoraron la bonanza económica, nos dejaron sin gas y con una deuda externa hasta el copete.