Aunque todavía estemos en la etapa final del conteo oficial de votos, una vez pasadas las elecciones que prácticamente han acaparado la atención antes casi exclusiva en la pandemia del covid-19, será bueno volver a concentrarse en los temas fundamentales de la coyuntura nacional.
Por razones que ni siquiera necesitan mencionarse, la más urgente prioridad nacional continúa siendo la lucha contra el coronavirus. Si bien es cierto que estamos en franca desescalada de casos, la vacunación no se ha desarrollado con la velocidad requerida y aún sectores que necesitan el antídoto con urgencia, no la han recibido.
Lo deseable es abarcar a todos los ciudadanos del país (mayores de 18 años), pero, al ritmo que se va, eso parece un objetivo todavía distante.
El siguiente tema que no debería descuidar el Gobierno es el de la situación económica del país, agravada, precisamente, por la pandemia mundial.
Los expertos ya han advertido que la recesión que afecta al país desde el año pasado es la más grave desde la Revolución Nacional; es decir, de un periodo de casi 70 años. Y en particular el economista Hugo Siles reparó en el hecho de que el Producto Interno Bruto (PIB) fue del -9,56 por ciento en octubre de 2020; el de 1953 llegó a -9,46 %. No existen cifras más bajas en todo ese periodo.
Otro detalle no menor a tomar en cuenta es el de las Reservas Internacionales Netas (RIN), que alcanzaron su cifra más baja del último año: $us 5.276 millones hasta diciembre de 2020, según datos que divulgó discretamente el Banco Central de Bolivia (BCB).
Las RIN son la garantía del mantenimiento del tipo de cambio fijo, y de su existencia y cantidad depende el suministro de dólares al sistema financiero por la demanda de importaciones.
De las reservas actuales, $us 2.613 millones se encuentran en oro y $us 2.386 millones están en dólares. Se calcula que con esas reservas en moneda estadounidense se puede cubrir el costo de unos cuatro meses de las importaciones nacionales. En esas condiciones, hay razones para la preocupación de los conocedores de esta materia, quienes recomiendan adoptar medidas urgentes para atraer divisas al país.
El presidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz, José Antonio Alberti, ha aconsejado, por ejemplo, aplicar tres grandes políticas destinadas a elevar las reservas del país.
La primera es promover la inversión extranjera directa; incentivar las exportaciones no tradicionales por su dinámica y la oportunidad de aprovechar los precios internacionales favorables de este tiempo, y contraer más deuda externa. Él ha observado que, sin embargo, ninguna de esas medidas se está gestionando en este tiempo en forma rápida.
El gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y columnista de este periódico, Gary Antonio Rodríguez, ha sugerido, por su parte, fomentar las exportaciones de bienes y servicios, promover el ingreso de capitales desde el extranjero, contratar deuda en dólares y obtener donaciones.
Dos sectores que podrían tener una reacción inmediata para mejorar los ingresos en dólares al país por su capacidad exportadora son el agropecuario y el agroindustrial, que curiosamente fueron restringidos en esta gestión de gobierno.
Es evidente que hay una recesión económica en el país a consecuencia de una desaceleración que ya se observaba el año 2015 y que se acentuó con la paralización de muchas actividades productivas durante el primer año de la pandemia de covid-19.
El Gobierno aún no le ha presentado al país una estrategia global para enfrentar la crisis. De enero hasta ahora, se echa de menos el anuncio de algún plan económico para salir del pozo. No es bueno mirar todo el tiempo por el retrovisor al pasado; cuando pase el furor político por las elecciones, habrá que ponerse a pensar más seriamente en cómo sacar al país de la crisis.
