El arte en movimiento, tras el legado del "señor del jazz"
Danitza Claros | Los Tiempos
Un 28 de febrero a partir del año 1992, se recuerda el “Día del Bailarín”, una celebración que tuvo su origen en Buenos Aires, Argentina y toma fuerza en los países latinos. Dicha conmemoración va inspirada en la carrera de Jorge Donn un bailarín de danza clásica con esencia argentina que logra gran trascendencia a nivel mundial.
Popularmente y a mayor escala existe la celebración del 29 de abril el “Día Internacional de la Danza” que agrupa a todos los afines a este movimiento, la fecha fue declarada por la Unesco en 1982 para celebrar la danza a nivel mundial.
Sin embargo, el domingo pasado se dio un fenómeno que actualmente da cabida al día del bailarín, tal fecha ya fue adoptada a nivel Latinoamérica y este año generó tendencia en redes sociales, pues muchos dedicados al mundo de la danza lanzaron “hashtags” para postear videos conmemorativos a esta fecha.
Para hablar de danza en nuestro contexto es recurrente volver unos pasos atrás y traer al presente a un grande de todos los tiempos, “el señor del jazz”, gracias a él Bolivia goza la dicha de tener a la primera academia de este género, un legado vivo que hoy por hoy lidera su hijo Leonardo Albarracín acompañado de sus hermanas y familia.
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Bolivia, mas allá de ofrecer riqueza cultural a través de su danza; también ofrece experiencias de vida, constancia, trascendencia, lucha y mucha entrega. El inolvidable Walter Albarracín Orgáz fue primogénito en la danza, iniciándose dentro del folklore para de pronto dar un gran salto, marcando un hito y el gran comienzo para lo que pocos conocían en ese entonces como la danza jazz.
Don Walter se dio de lleno a la pasión de la danza, su trayectoria va más allá de 40 años de entrega absoluta, de técnica y disciplina, puestas en escena con rigor y creatividad desempeñando su rol de maestro, coreógrafo y artista. Talentos que desarrolló desde sus 17 años. La pasada semana también se recordaba la fecha de su deceso, un 22 de febrero de 2015, cuando contaba con 60 años de edad y lidiaba con un cáncer al que dio batalla hasta su último aliento.
Don Walter ha sido de esa primera generación, de aquellos fundadores del ballet folclórico que nos regalará bailarines que dedicaron su vida entera exclusivamente a la danza, abriendo distintos espacios de creación y siendo un semillero para el movimiento boliviano de danza”, indica un texto compartido por su hijo Leonardo. También recuerda que esa generación hizo crecer la danza, soñando y creando academias propias en la constante búsqueda para autoformase en el género que eligieron seguir.
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Fue el primer artista que incursionó en el jazz dance en Cochabamba, y en 1988, creó la primera academia de danza en Bolivia: Dance Estudio Jazz, razón por la cual se lo considera el padre de la danza jazz en Bolivia. Sus primeros pasos dentro este género los dio con la experiencia del trabajo en cafés concerts, como Tra La La Show y Champagne Show, pero Walter vio algo más importante con esta experiencia: no solo se trataba de subir bailarines al escenario, el vio la necesidad de buscar y trabajar más la técnica.
Gestionó varios proyectos para visibilizar la danza ante las autoridades y lograr el apoyo para este arte, se asoció con colegas de otros géneros para llevar adelante “ProDanza” un festival de una semana que consistía en un espectáculo variado, año tras año el público esperaba este show que rompía taquilla, como las propias presentaciones de la academia de don Walter.
El legado del “señor del jazz” continúa dando frutos, dentro la historia de la danza en el país, Walter Albarracín siempre será un ícono y para muchos la raíz de todo este movimiento del jazz dance.