Pocas veces en tan poco tiempo se ha hecho un daño tan grande a la política exterior argentina. A continuación, nos centraremos en algunas de las decisiones que reflejan claramente que el rumbo tomado por el gobierno de Milei no solo contradice las mejores tradiciones diplomáticas argentinas, sino también el interés nacional.
La primera de ellas tiene que ver con la brusca salida de los BRICS, una agrupación de países que representa cerca de la mitad de la población mundial y el 40% del PBI global. Reúne a 11 de las principales economías emergentes e incluye algunos de los países más dinámicos del planeta, como India, China e Indonesia. Como grupo, supera el PBI de los países del G7 (EE. UU., Canadá, Reino Unido, Italia, Francia, Alemania y Japón).
Esta decisión privó a la Argentina no solo de la posibilidad de vincularse de manera preferencial con algunos de los países más importantes del mundo, sino también de defender mejor los intereses nacionales en el plano multilateral. Para no dar sino un ejemplo, y a propósito de que se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, les pregunto lo siguiente: ¿Dónde creen ustedes que lograremos mayores apoyos a la posición argentina respecto de Malvinas? ¿En los BRICS o en el G7? La respuesta es obvia.
La renuncia a la pertenencia a los BRICS nos privó también de la posibilidad de que Argentina se constituya, junto con Brasil, en un interlocutor de la región latinoamericana con alcance global.
Milei viaja a EE.UU. en plena negociación con el FMI y busca foto con Trump
La administración de Milei intentó diversos argumentos para justificar esta decisión, pero resulta evidente que la única razón de la misma fue alinear a nuestro país con los intereses de los EE. UU. Dicho sea de paso, la historia ha demostrado que los alineamientos automáticos fracasan en alcanzar la correspondencia imaginada.
El gobierno está, asimismo, empeñado en desarticular todo esfuerzo de integración regional, tema que está presente como aspiración desde la independencia misma de nuestro país. Las deliberadas provocaciones de Milei para romper la cohesión del Mercosur, así como el constante maltrato a los países hermanos de la región, son una clara prueba del desdén presidencial respecto de la unidad latinoamericana.
Los argumentos que se esgrimen contra el Mercosur son meras excusas que no resisten un cuidadoso análisis político y económico. Tal vez el más curioso de ellos es el que sostiene que un acuerdo de libre comercio con los EE. UU. -cosa que rompería el Mercosur- nos daría garantías de acceso a su mercado. Da la impresión de que el gobierno nacional no se ha informado acerca de la estrategia comercial anunciada por el presidente Trump y que desconoce lo que al respecto les ocurre a México y Canadá.
También ha dicho el presidente que el Mercosur solo ha servido para beneficio de las grandes empresas brasileñas en detrimento de las nuestras. Pero no existe ningún dato que avale esa afirmación. Eso, en todo caso, podría ocurrir si celebramos un acuerdo de libre comercio con los EE. UU. ¿Cree alguien seriamente que nuestra economía, sobre todo las pymes, está en condiciones de competir ventajosamente con la de EE. UU.?
El Banco Mundial le prometió a Javier Milei un "paquete de apoyo significativo"
Otro de los argumentos utilizados por Milei es el que afirma que el Mercosur representa una ‘prisión proteccionista’, cuando lo cierto es que nuestro país establece más restricciones comerciales que el resto de los países del Mercosur. Por ejemplo, sobre el conjunto de los productos que se exportan desde Argentina pesan cargas fiscales que son superiores a las que existen en el resto de los países del Mercosur. Ni hablar de las restricciones comerciales que supone la sobrevaloración de la moneda. Por supuesto, de ninguna de estas cosas es responsable el Mercosur.
La ausencia de nuestro presidente o de toda autoridad de relevancia del gobierno nacional en la reciente asunción de mando del presidente de Uruguay expresa el desprecio hacia los países vecinos, que, sin embargo, exhiben indicadores macroeconómicos e institucionales superiores a los de nuestro país. Un poco más de humildad habría que reclamarle al señor presidente. Nos haría bien a todos.
Aunque pocas veces se lo diga, es evidente que la política contraria a la integración coincide también con los intereses de Washington. EE. UU. prefiere negociar con cada país individualmente que hacerlo con el Mercosur o con la región en bloque. Divide et impera. Esta no es una interpretación conspirativa. La historia prueba que las naciones, los imperios y los Estados han apelado de manera recurrente a esta práctica geopolítica en defensa de sus intereses.
Desnuda también el objetivo de complacer a Washington la posición asumida respecto de Ucrania. El gobierno de Milei enmascaraba su política de pleno alineamiento con EE. UU. con el argumento de que defendía el principio de integridad territorial consagrado en la Carta de las Naciones Unidas. Este argumento hubiese sido creíble si hubiera sido consecuente con dicho principio en otras regiones del mundo. Pero de ninguna manera fue así.
Milei cobraba US$20.000 a asistentes de sus cenas privadas cuando era diputado
El afán de complacencia con los EE. UU. y el desvergonzado pragmatismo del gobierno nacional en este tema quedó al descubierto frente al hecho de que, cuando la posición de Washington con relación a Ucrania se invirtió, se produjo el mismo giro en la posición de nuestro país: se abstuvo de votar la resolución de la Asamblea de la ONU exigiendo el retiro de Rusia del territorio ucraniano.
Evidentemente, las cuestiones que hemos mencionado revelan que no ha existido por parte del gobierno nacional un cuidado riguroso de los intereses nacionales. Los EE. UU. cuentan con muchos medios para defender los suyos; la Argentina requiere de todo el esfuerzo del gobierno nacional para defender los propios. No podemos pretender que sea EE. UU. el que haga por nosotros lo que nosotros no somos capaces de hacer por nosotros mismos. En todo caso, con EE.UU., como con cualquier país, debemos mantener, como decía alguien, relaciones maduras y adultas, sabiendo que hay intereses coincidentes e intereses divergentes. Diría, para terminar, que reducir el margen de maniobra o las opciones que nos ofrece el mundo no es la mejor manera de atender a nuestros intereses.
* Candidato a diputado nacional por el Frente Amplio por la Democracia, por la provincia de Buenos Aires. Hijo del expresidente Raúl Alfosín y exreferente de la Unión Cívica Radical (UCR), a la que renunció.