En abril se cumplen trece años de la muerte de mi padre. Del duelo, una época confusa de dolor y extrañamiento, recuerdo dos sueños. En uno llamo a su casa, me atiende él y al escucharlo respondo: “Pero entonces es cierto, ¡hay algo más allá!”. Papá contesta con una fórmula muy suya: “No te quepa la menor duda”. El otro sueño parece una película muda: lo despedimos a cajón abierto en un jardín que no conozco y, de repente, se incorpora, se las ingenia para salir del ataúd y se sacude la ropa apartando un polvo que otros no vemos. Luego nos toma del brazo y sin decir palabra nos vamos todos -su mujer y sus cuatro hijos- alejándonos de esa broma de mal gusto que es morir.
Por eso entiendo tan bien lo que cuenta Javier Cercas esta mañana en el Café Comercial de Madrid, en diálogo con Pilar Reyes, su editora: que escribió El loco de Dios en el fin del mundo (Random) sólo para poder preguntarle al papa Francisco si es cierto lo de la vida eterna, si su madre verá de verdad a su padre después de la muerte. Una “novela sin ficción” escrita de cabo a rabo para poder llevarle a ella, devota hasta el colmo, una certeza recabada de la autoridad máxima de su fe.
Lo que le respondió Francisco y la historia de cómo llegó un escritor que se define ateo, anticlerical y laicista militante a publicar un libro sobre el Papa, se cuenta en las 485 páginas que llegarán simultáneamente a España, Argentina e Italia (“para que puedan leer lo que escribí también en el Vaticano”), el 1º de abril.
“Todos somos cristianos culturalmente hablando”, sostiene Cercas. La Iglesia ha sido fundamental por 2000 años y fue muy tentadora “la oportunidad de oro” de entrar en su backstage sin condiciones para ver, preguntar, indagar (“nunca nadie había recibido una invitación así”) y subirse con Francisco al avión que lo llevaría a Mongolia, un país en el que prácticamente no existen católicos, apenas unos 1500.
A estilo Cercas, el libro participa de géneros diversos, pero lo tramó como un policial en el cual acepta el desafío de descifrar un enigma: en el centro están la resurrección de la carne, la vida eterna y un “Papa de intemperie y extrarradio”.
Con el deseo de entender y de abrir el debate, propone un retrato poliédrico de ese hombre. ¿Le ha cambiado la vida escribir el libro? “Sí, pero sigo sin ser católico”, bromea mientras la pelota empieza a rodar.
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