En Calchín, un rutinario pueblo del interior cordobés, hay un niño que corre en la plaza principal detrás de una pelota y va relatando sus jugadas.
En ese realismo mágico de partido que dibuja en su mente, él es Julián Álvarez. Está convencido de eso.
“La lleva De Paul. Se la toca a Mac Allister. Los defensores brasileros se duermen. La pelota le llega a Julián. Es tuyo, Araña. Es tuyo. Álvarez gira, vuelve a gambetear... Sale el arquero y GOOOOOL”, grita el niño para dibujar abrazos al aire.
En esa misma plaza no hace muchos años estuvo ese mismo Julián Álvarez imaginando que era Messi. Que hacía esas mismas jugadas indescifrables. Con la camiseta de Argentina y ante Brasil en un Monumental explotado.
Dicen que hay que tener cuidado con lo que se sueña porque a Álvarez se le cumplió todo.
Está noche, con sus 25 jóvenes años, estará en ese mismo Monumental que se transformó en su casa cuando supo brillar en River. Llevará la “9” de la Selección en un partido donde el jugador más conocido y top del equipo será él.
Cartel que quizá comparte con un Dibu Martínez, un De Paul o un Paredes. Pero están todos ahí.
Y Julián, como todo delantero, tiene el plus del gol que enamora al hincha.
En esta citación que puede terminar con la clasificación al Mundial 2026, Julián tuvo que adoptar ese rol de jugador preponderante. De jugador franquicia.
Porque eso es para la selección de Lionel Scaloni, una de sus grandes figuras.
Pero sin Messi, sin Lautaro Martínez, sin Dybala, Álvarez tomó un lugar de jerarquía que parece llegar de forma natural.
Julián es sin duda la futura cara de Argentina en la era post Messi que está cerca de llegar.
Ya lo dijo Scaloni luego de la gran victoria ante Uruguay en el Centenario. La renovación es tan inevitable como sólida.
La nueva camada de jugadores se fue metiendo en el equipo de manera silenciosa pero eficaz. Y no hay vuelta atrás.
Di María ya dejó su lugar y pronto lo harán Otamendi y Messi como la vieja camada, que dejó una herencia y una forma de manejarse.
Este partido ante Brasil de esta noche es una continuidad de lo que se vio en Uruguay, el inicio de la Scaloneta 2.0 con Thiago Almada, Simeone, Nico Paz, Garnacho, no citado en esta ocasión, y tantos chicos más.
Álvarez es la cabeza de ese grupo y deberá asumir ese rol ante Brasil.
Pero Julián ya ha demostrado que no le pesan las responsabilidades y los cambios. Para él sigue siendo solo fútbol.
El delantero del Atlético Madrid dejó la comodidad del Manchester City porque solamente quería jugar. Por suerte la pelota sigue siendo lo más importante para el goleador de Calchín.
Álvarez se siente importante para un Scaloni que lo adora. Y que le da el protagonismo que necesita un jugador de su presencia.
Ahora tendrá un partido grande dónde Julián Álvarez puede empezar definitivamente a adueñarse de algo que terminará tarde o temprano siendo suyo.
Pero como siempre las cosas le sucedieron muy rápido, la vida y el futbol lo ponen hoy como figura de Argentina ante Brasil en el Monumental.
La “9” es de Álvarez y el futuro también. Cómo ese niño que grita el gol en la plaza de Calchín.
Con ese mismo amor por el juego saltará hoy a la cancha el “Araña”. Y con esa misma soltura. Cómo si no hubiera más nada que una pelota y el arco.