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Bahía Blanca: fingir demencia

Bahía Blanca: fingir demencia

Sergio R. Palacios *

17 de Marzo de 2025 | 02:46
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Nueva Orleans, La Plata, Valencia, Bahía Blanca. Siguen las firmas. ¿Cuánto durará el estrépito; los lamentos; la crítica respecto a lo que no se hizo o se hizo mal frente a esta una nueva tragedia climática, ahora en Bahía Blanca?

Todos esos sucesos comunes nos llevan ahora a analizar un problema que nos involucra como sociedad: “fingimos demencia” frente al cambio climático y la forma en que las grandes ciudades (o territorios) se desarrollan de un modo descontrolado, casi anárquico.

Cambio Climático: aquí y ahora

El calentamiento global actual, sus causas y consecuencias no son una teoría, sino una certeza científica que se valida -tristemente- cada día. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ha indicado que es inequívoco y que la actividad humana es su principal causa. Desde la Revolución Industrial no hemos parado en desarrollar un modo de vida que al multiplicarnos en población hace que se demande quemar cada vez más petróleo, gas y carbón generando así gases de efecto invernadero. Como vemos en un invernáculo de huerta, se crea un efecto invernadero, pero a escala global. Alteramos así (aumentamos) la temperatura planetaria con las consecuencias que vemos en cambios abruptos en todos los ecosistemas y las condiciones climáticas.

No hay secretos, toda la información, datos estadísticos, investigaciones están disponibles para todos en sitios libremente accesibles de organismos internacionales, Universidades, institutos, etc. Todo lo investigado en materia de calentamiento global y CC está al alcance de todo aquel que le interese conocer del tema y personas físicas o jurídicas, público-privada, que quiera o deba tomar decisiones. Hablamos de diagnósticos, análisis de los fenómenos señalados, recomendaciones y propuestas de políticas para la adaptación y mitigación. Se sabe qué no se debe hacer y qué sí se debe hacer. Incluso cuales son las tecnologías que permitirían un cambio radical en las condiciones de vida actuales en pos de frenar el agravamiento del problema. Podríamos entonces decir que persistimos como sociedad y Estado en “fingir demencia” para no asumir lo que está a la vista: la relación entre el cambio climático y las tragedias que hoy nos toca vivir, ahora en Bahía Blanca.

Frente al colapso del modelo de ciudades también fingimos demencia. ¿Si subimos imágenes de La Plata del 2 de abril de 2013 en la noticia actual de Bahía Blanca, quién se daría cuenta? En ambas veríamos lo mismo: calles convertidas en ríos torrentosos, manzanas enteras como piscinas profundas, y la imagen más devastadora, cuerpos flotando. Luego siguen las mismas secuelas que en La Plata: personas rotas espiritualmente; patrimonios e historia de vida perdidas; deudos que deberán soportar el dolor de familiares muertos; políticos interesados más en ocultar verdades que en afrontarlas. Y como lo hicimos en el 2013 con La Plata, vendrán las mismas preguntas de siempre porque también respecto a cómo construimos nuestras ciudades, sabiendo todo lo que sabemos, decidimos “fingir demencia”.

Ciudades destinadas a colapsar

Hace décadas que frente a nuestros ojos las ciudades son centro de negocios privados-público en lugar de responder a la planificación de políticas públicas recomendables en búsqueda de un hábitat seguro. En este tema también se sabe qué debería y no debería hacerse en materia de desarrollo urbano y planificación para evitar lo que no estamos evitando y si aplicar políticas que reduzcan riesgos e impactos.

Se construye en zonas que informes técnicos y expertos explican por qué no debe hacerse. Y se permiten asentamientos ilegales al costado de arroyos y en predios de alto riesgo de inundarse, para luego el Estado por demagogia urbanizará para ganar votos.

Las políticas de gestión de residuos están organizadas para generar cada vez más residuos en lugar de no generarlos. Mas residuos = más presupuesto público = más ingresos para empresa encargada del negocio = eliminamos la grieta política a nivel local = a buen entendedor, pocas palabras.

Las políticas tendientes a evitar la generación de residuos son inexistentes o de muy baja eficiencia. El concepto Zero Waste (Basura Cero) que se abre camino en la gestión local es nulo. Escuelas, lugares de trabajo, hogares, oficinas públicas, todos los espacios donde se generan esos residuos carecen, salvo decisión propia en ejercicio de la responsabilidad social, de un procedimiento básico de clasificación y debida disposición de los propios residuos. Desde los gobiernos locales no existe (en principio) una política de articulación, incentivo o sanción para que los ciudadanos y organizaciones sean parte de la cadena de gestión del residuo (que cada uno genera), como se aplica en muchas ciudades del mundo.

Hay medidas muy básicas: la educación, formación de ciudadanía, la coordinación de acciones de los distintos actores permitirían incidir directamente sobre el desarrollo de ciudades y territorios sostenibles que mitigarían los efectos del cambio climático en lugar de agravarlos debido a la preferencia de obras faraónica (siempre ex post) y que, aun muchas de ellas siendo necesarias técnicamente, se sabe que no podrían evitar catástrofes ante el nivel de eventos climáticos extremos como los de La Plata y Bahia Blanca.

Pero a la hora de analizar problemas, responsabilidades y soluciones todo se hará muy difícil si mientras se reiteran estas tragedias continuamos con lo que es ya una especialidad de la casa: fingir demencia.

* Abogado. Mg. en Economía Circular, Universidad de Burgos. Consultor en Normas y Certificaciones para la Adecuación a la Sostenibilidad, Universidad de Salamanca. Prof. de Economía Política, Derecho-UNLP.

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