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    • Domingo, 30 de marzo de 2025
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      El futuro también viene en qubits

      La computación cuántica promete una revolución en la economía y la geopolítica. Las grandes tecnológicas invierten y la Argentina puede beneficiarse con su talento desarrollado en el sistema científico nacional.

      El futuro también viene en qubitsComponente de una computadora cuántica desarrollada por Google. Reuters

      Pocas disciplinas científicas están tan al borde de la incertidumbre como la física cuántica. Es una rama del conocimiento que juega al fleje, con reglas distintas a las que estamos habituados en la vida cotidiana. Y pocos saben que, con viento a favor y una política adecuada, es un campo científico que podría beneficiar al desarrollo de la Argentina.

      En la física cuántica las reglas son distintas porque los científicos trabajan con partículas subatómicas, que pueden desdoblarse y estar en dos o más lugares al mismo tiempo, en universos paralelos. Y no las pueden medir con precisión: todo es cuestión de probabilidades.

      Tanta incertidumbre se traslada al producto tecnológico estrella que promete esta disciplina, la computadora cuántica: una máquina que, en lugar de bits convencionales (“ceros” y “unos”), usa bits cuánticos o qubits, que -claro- pueden estar en más de un lugar al mismo tiempo y representar “cero”, “uno” u otro estado, en forma simultánea. Así, son capaces de hacer más operaciones y en tiempo récord.

      Si bien desde hace décadas las grandes tecnológicas vienen invirtiendo a lo grande en esto, todavía nadie sabe cuándo estará lista una computadora cuántica que pueda estar operativa. Entre los principales desafíos está que, para funcionar, esas máquinas deben estar súper congeladas, a temperaturas cercanas al cero absoluto (-273,15°C).

      Hay pronósticos de los más variados. Por ahora se está avanzando en el desarrollo del hardware y los algoritmos especiales que, se estima, tendrán un impacto enorme en distintos ámbitos de la vida cotidiana. Por ejemplo, en el desarrollo de nuevos materiales, en cálculos de optimización y -atención- también en Inteligencia Artificial.

      Hay avances prometedores, como el chip cuántico Willow, presentado el mes pasado por Google, que logró reducir en forma exponencial los errores y consiguió un rendimiento de cálculo extraordinario. Completó en menos de cinco minutos una tarea que a las supercomputadoras más rápidas hoy le llevaría 10 mil trillones de años resolver, una cifra que supera la edad del universo.

      Chip cuántico Willow presentado por Google.Chip cuántico Willow presentado por Google.

      La computación cuántica es cara, pero promete un premio jugoso para quienes lleguen primeros. Podrán liderar los cambios radicales que vendrán en computación, en la vida cotidiana y en el sistema productivo y económico, con un rediseño, incluso, de la geopolítica mundial. Desde Occidente reconocen que China se adelantó en este terreno en los últimos años y crece la preocupación.

      La comunidad científica global reconoce la calidad de los científicos argentinos en esta disciplina. La mayoría de ellos formados en el sistema científico nacional.

      Si bien el país no lidera en la fabricación de hardware cuántico, sí tiene una base sólida en investigación teórica, simulación y aplicaciones, como los grupos de la UBA, el Balseiro y el Conicet que - a pesar del desfinanciamiento oficial- avanzan en esas direcciones.

      No será el litio ni Vaca Muerta -que ya muestran sus frutos-, pero sí una apuesta a la que no conviene descuidar.



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      Ricardo Braginski
      Ricardo Braginski

      Editor de Sociedad, especialista en Educación rbraginski@clarin.com

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