INTERNACIONAL
holocausto

Se cumplen 80 años de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau

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Fuerza. Un sobreviviente muestra el tatuaje que le hicieron cuando estuvo en un campo de concentración. | afp

Alrededor de 1,1 millones de personas, entre ellas un millón de judíos y también gitanos y resistentes polacos, fueron asesinados en Auschwitz entre 1940 y la liberación del campo el 27 de enero de 1945.

Ochenta años después de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, 40 sobrevivientes, repartidos por 15 países y cuatro continentes, dieron su testimonio para que su esfuerzo de transmisión sea un antídoto al olvido.

En ese entonces tenían 15 años, 4 años, siete meses. Algunos incluso nacieron en los campos de concentración y exterminio: Auschwitz-Birkenau, Bergen-Belsen, Buchenwald, Ravensbrück, entre otros.

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En los últimos meses, estas personas, residentes en Israel y Estados Unidos, pero también en México, Argentina, Chile, Sudáfrica, Canadá, Francia, Alemania, Polonia, Hungría y Rumanía, posaron ante los fotógrafos y camarógrafos.

Deportada entre la edad de 4 años y medio y los seis en los campos de Vught y Westerbork (Países Bajos) y luego en el de Bergen-Belsen (Alemania), la francesa Evelyn Askolovitch insiste en la importancia de hablar, porque, tal como recuerda, forma “parte de la ultimísima generación” de supervivientes.

“¿Cómo pudo el mundo permitir un Auschwitz? Porque ese crimen fue con premeditación”, se pregunta desde Santiago de Chile Marta Neuwirth, que tiene ahora 95 años, nació en Hungría y fue deportada a los 15 al mayor campo de exterminio nazi, en la ocupada Polonia.

En total, seis millones de judíos fueron aniquilados en Europa por los nazis. “¿Por qué?”, se pregunta a sus 97 años, desde Canadá, Gyorgyi Nemes, natural de Budapest y deportada sucesivamente a Ravensbrück, Flossenbürg (Alemania) y Mauthausen (Austria). “A día de hoy, sigo sin saber por qué nos odiaban tanto”.

Testimonio para dar sentido a la vida. Para muchos, el hecho de dar testimonio ha dado un sentido a sus vidas, después de haber perdido a sus padres en las cámaras de gas, de ver a su hermano o a su hermana morir de inanición, de agotamiento, de alguna enfermedad. Muchos supieron apenas al terminar la guerra que su familia había desaparecido.

Julia Wallach, casi centenaria, tiene por momentos dificultades a la hora de hablar. Entonces se interrumpe, o llora. “Es demasiado duro de contar”, suspira esta parisina que sobrevivió a dos años de infierno en Birkenau. Un nazi la hizo bajar de un camión que se dirigía a una cámara de gas. “Pero mientras pueda hacerlo, lo haré”, insiste. Su nieta Frankie se pregunta: “Cuando ella no esté, y hablemos de esto, ¿quién nos creerá?”.

Para evitar eso, Naftali Furst, un israelí de 92 años, y que estuvo deportado en cuatro campos, viaja desde hace años a Alemania, a Austria, a República Checa y a otros países. Allí da charlas, “para que las jóvenes generaciones no olviden nunca lo sucedido”.

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