El famoso “enero en la piel” ya se vive en las calles de Jesús María y en el ambiente que rodea al Festival Nacional e Internacional de Doma y Folklore. Luego de la habitual velada de previa que tuvo lugar el jueves, la noche del viernes se vistió de gala para recibir el comienzo oficial de la edición 59.
Pasada la medianoche, tras la ceremonia de apertura, las actuaciones de Juan Fuentes y Natalia Pastorutti y el comienzo de la sección televisada del campeonato de jineteada, el anfiteatro José Hernández se preparaba para una madrugada con intensidad garantizada.
La presencia de Luciano Pereyra, factor excluyente de convocatoria en esta primera noche oficial, y el posterior cierre de La Barra y sus 30 años de historia eran motivos suficientes para la expectativa de las más de 10 mil personas que, una vez más, le dieron un marco de fiesta popular a este encuentro único en su tipo.

Firme junto al pueblo
Al caer la tarde, las inmediaciones del anfiteatro registraban un movimiento incesante, propio de aquellas jornadas en las que Jesús María se convierte en un mar de gente de todo el país.
En ese contexto, la presencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel, que llegó temprano y acompañó el ingreso de las diferentes delegaciones en el campo de la jineteada, fue otro de los condimentos que tuvo este punto de partida formal.
El año pasado, y con polémica incluida a raíz de declaraciones in situ de Peteco Carabajal, la funcionaria había tenido un resonante paso por el festival.
En esta oportunidad, además, visitó el stand oficial de la Municipalidad, probó algo de gastronomía local y aseguró que en Córdoba siempre la espera el cariño de la gente.
Luego, junto al intendente Federico Zárate y la vicegobernadora Myrian Prunotto, se ubicó en el palco oficial y siguió el comienzo de la ceremonia de apertura.

Buenas noches, Patria
A las 21, como cada noche de color y coraje, el tradicional clarín sonó con la fuerza que guardó desde el último enero y funcionó como la señal de largada de una edición que carga con el optimismo de organizadores y comerciantes dentro y fuera del anfiteatro.
La joven cantante Faustina Martino fue la elegida para interpretar el Himno nacional argentino y, acompañando las palabras de bienvenida de los animadores y del presidente de la comisión organizadora, Juan López, el festival comenzó a sentirse como una realidad presente y ya no como un anhelo más o menos lejano.
La grilla artística comenzó a desplegarse con la imponente presencia de Juan Fuentes, que refrendó su premio Consagración de 2024 con su ya habitual entrega vocal.

El cantante salteño radicado en Río Cuarto hizo suyo el escenario y jugó nuevamente con su virtuosismo. El caudal profundo y majestuoso de su voz emociona incluso a quienes ya piensan en el baile de la madrugada. El artista llegó con disco nuevo recién estrenado, Mil noches, pero también fue consciente de su lugar como maestro de ceremonias festivalero. Y cuando llega el momento de La noche sin ti, todo un clásico del folklore a esta altura, la emoción se apoderó de la noche pintada con linternas de celulares. Piel de gallina, ni más ni menos.
La primera parte de la programación se completo con Natalia Pastorutti, que tuvo un paso contundente por el escenario Martin Fierro. Junto a su banda, la de Arequito presentó nuevas canciones y también se reencontró con muchos recuerdos jesusmarienses vividos mano a mano junto su hermana, Soledad. Entre a mi pago sin golpear y A don Ata redondearon una presentación que culminó con una merecida ovación y con un pedido que no pudo ser refutado: una más.
Una nueva tanda de jinetada, la más larga de la noche, estiró la espera para el plato principal. Ya en los instantes previos, un desperfecto técnico derivó en un silencio que pareció eterno y dejó al borde del infarto al locutor, según él mismo dijo después. Fue, sin embargo, el puntapié para el reconocimiento de Faustina Martino, que recibió la primera edición del premio “El latido de la noche”. Además, supuso el catalizador de un aguante del público que se extendió para durante toda la introducción previa al ingreso de Luciano Pereyra.
Devoción y fiesta
El músico, que venía de 24 Luna Park llenos junto a Abel Pintos volvió al festival y disfrutó bailando y gesticulando para un público que no sólo lo ama con devoción, sino que canta sus canciones sin distinción.
Luego del comienzo a ritmo de cumbia pop, Sin testigos confirmó su lugar especial dentro del repertorio del bonaerense: no hay dudas de que es una de las canciones favoritas de sus fans y resonó especialmente la referencia del fallecido Leo Dan. Ese fue el preludio de la primera excursión folklórica de Luciano, que volvió a las raíces con Chaupi corazón.
Pero fue apenas un suspiro. Te estás enamorado de mí, Una mujer como tú y El vestido rojo volvieron a dejar en claro que el presente de Pereyra tiene otra sonoridad y otra clave rítmica.
“Yo creo que la noche está ideal para chapar”, sugirió el músico al hacerse eco de un clima soñado para el enero promedio. Así pasaron Enséñame a vivir sin ti y la imponente Si no es muy tarde, cantada a coro por la platea y el campo.
Acto seguido, un medley de diferentes baladas y no tanto encontró al de Luján ya sin campera, y con musculosa a tono con su carácter de sex symbol. Ese fue el incio del fin, que llegó tras otros tantos éxitos como Quédate conmigo o Qué suerte que tiene él y también incluyó un extracto cuartetero con Si te vas, grabada originalmente con La Konga.

Ese link a la música popular de Córdoba se profundizó con La Barra. El grupo de Javier “la Pepa” Brizuela y Carlos de Piano cerró la primera noche de Jesús María 2025 con una auténtica lista sábana de clásicos que repasó sus tres décadas de trayectoria. El grupo hizo algo similar a sus festejos de septiembre y convocó a Gabriel “Titán” González, Lucas “Chokolino” Juárez y Daniel Guardia.
Así,en poco más de una hora sonaron en Jesús María Un millón de rosas, Te felicito, La carta, No te pareces a nadie, Y no voy a llorar o Ando buscando un amor, entre varios más.
Con la madrugada en plena expansión, el contraste entre el campo enarenado repleto de gente y las tribunas vacías e iluminadas por los reflectores ya regalaba una postal que seguramente se repita varias noches: la de un baile gigantesco ahí mismo onde la doma convoca pasiones. Fue un buen augurio para una edición que arrancó con envión y esperanza. Porque el festival de Jesús María ya está listo para seguir haciendo historia de la grande.
