Pocas políticas públicas han logrado instalarse con tanta persistencia y a la vez generar tantos efectos perversos como la subvención generalizada al diésel en Bolivia. Lo que alguna vez se justificó como un mecanismo de estabilización económica se ha transformado en una camisa de fuerza para la productividad, la justicia económica y el abastecimiento interno. Hoy, el país paga el precio de una distorsión prolongada que beneficia a los... + Leer noticia completa
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