En las librerías las mesas están organizadas por secciones: “Infantil” “Juvenil” “Adultos”. Esa división que parece inocente es en realidad el punto de partida de un debate profundo: ¿qué implica escribir para adultos y escribir para las infancias? ¿hasta qué punto tiene sentido etiquetar las obras según la edad de sus lectores? ¿Limita esta decisión la circulación de los libros?María Teresa Andruetto referente de la... + Leer noticia completa
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