Hay circuitos que se corren y hay circuitos que se escriben. Spa-Francorchamps pertenece a la segunda categoría. Anidado en las Ardenas belgas, rodeado de árboles oscuros y de una niebla que parece no disiparse nunca, este trazado centenario es algo más que una pista de carreras: es un museo vivo. Y entre sus vitrinas de velocidad y vértigo, hay una pieza que sigue brillando: la huella imborrable de Juan Manuel Fangio. Fue el 18 de junio de... + Leer noticia completa
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