Los adolescentes habaneros que salieron a las calles para gritar: “Basta, tengo hambre, necesito trabajar” fueron condenados a penas de prisión en calabozos del régimen cubano. Primero, soportaron la represión de policías y de paramilitares, además del espionaje entre sus propios vecinos, por acompañar las multitudinarias protestas del 11 de julio pasado. La dura respuesta del Departamento de Seguridad del Estado fue inmediata, con la... + Leer noticia completa
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