En lo alto del altiplano boliviano, donde el aire escasea y el frío llega a los huesos, se alza el Cerro Rico de Potosí. Durante siglos, esta montaña ha sido sinónimo de riqueza, codicia y muerte. Dicen que ha devorado más vidas que el mar y que en sus entrañas aún resuenan los ecos de los que nunca salieron. “El trabajo de la mina es muy riesgoso, muy riesgoso, sabemos a veces entrar en la mina, pero no sabemos en qué condiciones... + Leer noticia completa
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