Hace más de cuatro décadas, la zona de Alto K’arapunku era una meseta despoblada en la que destacaban unas cuantas hileras de eucaliptus y algunos huertos dispersos donde sus propietarios, campesinos de la zona circundante a Sucre, cultivaban sus productos para su propia subsistencia, aprovechando la época de lluvias. Luciano Caba, un anciano que bordea los 75 años, cuenta que los primeros habitantes del barrio fueron los miembros de tres... + Leer noticia completa
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