Había una vez dos patos que se hicieron amigos de una tortuga muy charlatana. Un día, cuando el verano tocaba su fin, los patos hablaron de lo agradable que era su casa en invierno y, antes de que la tortuga empezase uno de sus interminables monólogos, le preguntaron si quería ir con ellos. La tortuga muy feliz respondió segura: Claro que sí me gustaría. Pero no tengo alas para volar como ustedes, añadió. Eso no es problema. Si quieres,... + Leer noticia completa
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