AFP "Si se niegan a ponerse un preservativo, los echo", dice Foxxy Angel, una trabajadora sexual de 47 años, de cabello rubio y con el cuerpo lleno de tatuajes, tras las vitrinas de un burdel del famoso barrio rojo de Ámsterdam. En las calles de esta parte de la ciudad, la planta baja de muchas de sus pintorescas viviendas tienen tres vitrinas iluminadas con un neón rojo, un emblema de la mayor ciudad holandesa, donde la semana que viene se... + Leer noticia completa
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