La misteriosa y densísima bruma de la zona del Club de Tenis Santa Cruz ahora se expande por toda la ciudad e incluso parece penetrar mi mente, mientras nos dirigimos al aeropuerto… El zumbido de los motores del avión me hipnotiza. A mi lado, Sebastián se pone la caracola al oído. La última cosa que mi conciencia capta es el asombro en el rostro de nuestro hijito… Al día siguiente me despierto por unos ruidos sospechosos. Bajo la... + Leer noticia completa
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