El lenguaje de las flores es de los pocos que se habla en silencio y lo hace para expresar sentimientos (“El jacinto es la amargura;/el dolor, la pasionaria/El jaramago, el desprecio; y los lirios, la esperanza”, así lo enseñaba la Doña Rosita de Lorca). Pero en los juzgados y sus alrededores las flores parecen enmudecer, volverse extrañas ante esos otros lenguajes que exigen de una solemnidad grave, acordes a la metáfora de la... + Leer noticia completa
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