Con 1,90 metros de alto, Romelu Lukaku es uno de los delanteros más intimidantes del mundo, pero en su niñez fue él quien sintió miedo. Miedo de no superar aquella época, un miedo que se transformó en la rabia que le empujó a escapar de la amarga pobreza con una gran carrera en el fútbol. "Cuando vi a mi madre mezclar agua con la leche, me di cuenta de que todo había acabado", contó el atacante belga en una columna para "The Players... + Leer noticia completa
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