Fijemos nuestra mirada nuevamente en la colina donde yace en agonía el crucificado rodeado de un puñado de soldados, de algún curioso y de su madre. La agitación y los gritos han cesado en las calles, nadie más permanece hasta el final en esa sequedad árida bajo el sol de las tres de la tarde. Hay quienes creen que después de haber sentido todo tipo de dolor, Jesús, en el llamado a gritos a su padre, “Eli, Eli” expresa el sufrimiento... + Leer noticia completa
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