Había llegado el momento: el Presi ya no podía seguir ignorando mis pedidos de entrevista. Después de conceder tres esta semana, me paré en la puerta de Olivos y dije que haría una huelga de hambre hasta hablar con él. Cuando llevaba 20 horas sin probar bocado (solo líquidos), me hicieron pasar. “¡Gracias, Javi!”, le dije. “Por recibirme y por este choripán”. Cumplida esa formalidad, la charla fue a cara de perro: lo que... + Leer noticia completa
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