Las elecciones tienen una virtud pedagógica que ningún manual de liderazgo enseña: el cachetazo. Ese golpe seco que obliga a bajar la soberbia, mirar los números con crudeza y aceptar lo evidente: el poder no es un cheque en blanco. El cachetazo electoral desnuda al líder, lo expone frente a su propia ineficacia y lo empuja a revisar sus certezas.... + Leer noticia completa
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