Durante años Natalio había recordado a Sibara la pastelera. En rigor Sibara era la hija de los panaderos en la remota localidad de la que ambos provenían. Al menos de la que Natalio había emigrado apenas terminado el secundario como tantos otros jóvenes de Coderenco ese rectángulo verde entre la pampa y el fin de la provincia con vacas invisibles y estancias interminables donde era imposible encontrar una parrilla y en el río -dique... + Leer noticia completa
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