Cuando Jocelyn Leitzinger pidió a sus estudiantes que contaran una anécdota personal sobre la discriminación, se dio cuenta de que la víctima solía llamarse Sally. Estaba claro que era un nombre femenino habitual para ChatGPT, lamenta esta profesora de Chicago. El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores. suscribirse ya estoy suscripto Sus estudiantes ni siquiera escribían sobre sus propias vidas, afirma Leitzinger,... + Leer noticia completa
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