El 1° de Mayo amaneció en Neuquén con un silencio poco habitual. Las veredas vacías fueron el mejor indicador: era feriado y se notaba. Sin embargo, no todo fue quietud. En algunos rincones, la jornada laboral se abrió paso en modo discreto. Los clásicos kioscos de barrio, algunos minimercados y panaderías —casi todos atendidos por sus propios dueños— levantaron sus persianas. En los barrios, el murmullo de las obras en construcción... + Leer noticia completa
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