La Fiesta Grande de San Roque se robustece. Pasados los nervios iniciales de la Declaración como Patrimonio Intangible de la Humanidad por parte de la UNESCO y superados también los miedos de la pandemia, las señales empiezan a ser positivas: la gente participa de los actos religiosos más allá del propio folklore, la promesa se ha asentado, los visitantes llegan informados y aunque los chunchos siguen peleando por el lugar en la fila o... + Leer noticia completa
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